24 septiembre 2006

Museos y fiesta

Hoy me he despertado eufórico, aunque mis companeros de habitación no hacen más que molestar, pero tengo tan buen sabor de boca del día de ayer, que me da igual. Al amanecer me di un buen paseo por Miraflores hasta la hora de comer. Me encontraba mal, con dolor de cabeza. Por suerte se me pasó, porque Fiore me invitó a comer a su casa, y no me lo quería perder, aparte que sería quedar mal. Así que una vez recuperado compré una botella de vino español y quedé con ella, y fuimos en combi a su barrio, Pueblo Libre, que nombre más guapo. Su madre había preparado el plato típico del Perú: Ceviche, que es pescado crudo preparado horas antes de consumirlo con limón, cebolla, ají... una serie de condimentos que hace que esté buenísimo. Ya me lo habían comentado, pero hasta que no se prueba... Me encantó, seguro que repito en cuanto pueda.
Después de comer fuimos a visitar el Museo Antropológico, que es una pasada. Me lo recomendó Carolina, y fué un buen consejo. Me encontré con cerámicas, tejidos y momias que conozco desde hace años por libros, pero tenerlo frente a ti es una sensación indescriptible. Además podía hacer fotos, así que me cansé, jeje, parecía un japones de esos... Tanto disfrute y tanto recrearme, se nos hizo tarde, cerraban el museo y no lo terminamos, pero vimos la mayor parte.
Luego quedamos con una amiga de Fiore. No me atrevo a escribir su nombre, que es muy dificil, jeje. Una tía majísima, muy divertida. Así que fuimos a tomar, que se dice aquí. El pisco es la bebida nacional, es como el orujo o muy parecido, y pega que te cagas, por eso lo tomamos mezclado con gaseosa, limón exprimido, una especia de granadina, y un tipo de jarabe dulce, y hielo. Estaba muy rico. Te pides media botella y te la trincas charlando. El pisco tiene 42 grados, así que el primer día no conviene hacerse el valiente, no sea que no te levantes o te tengan que llevar a casa a la media hora con un cebollón.
A la noche fuimos a Barranco a seguir la fiesta. ¡Qué gozada! Es un barrio al sur de Miraflores, bohemio y muy animado por las noches, al menos el sábado. Muchos bares y discotecas, todo lleno de gente. Dimos un paseo para conocerlo, y está en una situación privilegiada, con vistas al mar en un sitio precioso. Hacía algo de frío, sobre todo esa humedad que se te mete en los huesos y te hace ir encojido, así que entramos a un pub con música criolla en directo, de lo mejor desde que he llegado. Me lo pasé genial. Nos tomamos nuestra media botella de pisco y vimos la actuación. Yo me quedaba tonto mirando a la percusión... algunos amigos fliparían, y me acordaba de ellos. La voz la pone gente morocha que dicen aquí, que son mulatos. Es espectacular, gente especial, muy cálida, muy animada... ¡hay que verlo! La conversación fué animada y se pasó el tiempo volando, así que nos fuimos a dormir. He descansado muy bien, aunque menos de lo que me gustaría, pero bueno, mañana me libro de los judios y seguiré mi camino, a ser posible sin compartir habitación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Diegolo!! Joder, leyendo tus aveturas se me están poniendo unos dientes largos que estoy rayando el parquet de casa. Sigue así y cuéntanoslo todo! (así en el siguiente viaje nos uniremos unos cuantos!)Un abrazo,

yiyi

Anónimo dijo...

Vamos que me e enganchado a leer el blog...A parte de como dice el yiyo de darme envidia, ando todos los dias pendiente de entrar para ver que tal te va..suerte en tu nuevo destino bs
Miruchi