31 diciembre 2010

Feliz 2011

Hago una breve entrada para agradecer a todos aquellos que seguís el blog vuestro apoyo y compañía. Nunca fuí muy navideño, pero estar tan lejos de casa y tanto tiempo seguido solo a veces es duro, y con tantos amigos y familiares detrás, se hace mucho más llevadero.

Os deseo un feliz año 2011, cargado de ilusiones y proyectos interesantes, y que se puedan cumplir vuestros sueños. A veces se convierten en realidad, así que mucho ánimo, y a olvidarse de la crisis. Un fuerte abrazo desde San Miguel de Tucumán, Argentina.


Ver Recorrido del viaje en un mapa más grande

29 diciembre 2010

Córdoba, Mina Clavero y Alta Gracia

Llegué a Córdoba el día de nochebuena, a las 7:30 de la mañana, cuando todavía no hacía demasiado calor. El día lo pasé tranquilo, porque estaba bastante cansado del viaje y de los días anteriores. En Córdoba he sentido por primera vez en el viaje que esto es muy largo, y que de vez en cuando es necesario hacer una pausa, descansar, y tomar fuerzas para continuar con el viaje. A pesar de esto, no he parado mucho, jeje. Tan solo el primer día lo pasé relajado, paseando por las calles de Córdoba, descubriendo la ciudad, que da para mucho.

Plaza de San Martín
Plaza de San Martín, Córdoba
Quizás lo más reconocido e interesante es la Manzana Jesuítica, un conjunto de edificios que la orden jesuita contruyó y utilizó hasta que fueron expulsados en 1767. Hoy es monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No puedo contar mucho más, pues solo he visto su exterior, que es bastante sobrio. El interior no lo he visto, y en la iglesia no me dejaron entrar con la cámara, porque en los días de Navidad hay muchas misas, y tenía que esperar a que terminaran.
Catedral de Cordoba
Catedral de Córdoba
Pero Córdoba es mucho más. Hay muchos edificios coloniales muy bien conservados. La Catedral me ha gustado especialmente. Se encuentra en la plaza San Martín, y parece que está recién restaurada. Por la noche tiene una iluminación muy buena.
Catedral de Córdoba
Detalle de la Catedral
Las calles de la ciudad estos días estaban repletas de gente haciendo compras navideñas. He seguido sintiéndome extrañado con la sensación de pasar la Navidad a más de 35º, jeje. En el albergue de Córdoba lo pasé un poco mal, era un auténtico horno, y dormir allí era una tortura. Para colmo, se fue la luz por la noche, y el pequeño ventilador no funcionaba...

Cabildo
Cabildo de Córdoba

La Nochebuena la pasé muy tránquilo. Reservé mesa en uno de los pocos restaurantes que trabajaban esa noche, cerca del albergue, y bastante caro. La gente iba con sus ropas elegantes, y yo allí con mis zapatillas de montaña, y la única y arrugada camisa que he traido, jeje. La cena fue buena, un poco extraña por la sensación, pero yo me lo tomé como un día cualquiera. Al terminar de cenar fuí a pasear por las calles de la ciudad, que estaban completamente vacías. Los edificios históricos lucían preciosos, así que saqué la cámara y me pasé un par de horas disfrutando.
Santa Teresa
Iglesia de Santa Teresa
A las 0:00 la ciudad se convirtió en un concierto enorme de petardos y fuegos artificiales. Me quedé bastante sorprendido con esto. Y los perros de la calle también. Los pobres corrían acojonados de un lado a otro, sin saber muy bien por donde ir, porque en cualquier sitio había explosiones.

El día de Navidad también pasé el día relajado. La ciudad estaba muy tranquila por la mañana, y por la tarde, lentamente, empezó a recobrar la actividad normal, y aproveché para ir al mercado de artesanos, que aunque no estaban todos, si que había puestos muy buenos, con artesanías muy curiosas. Dicen que es uno de los mejores mercados de artesanías del país. A mi me pareció un poco pequeño, pero quizás es porque el día de Navidad trabajaba poca gente. Aún así me gustó mucho, y compré algunos regalos y recuerdos.
Al día siguiente, domingo, decidí huir del calor sofocante de Córdoba, y tomé un bus hacia Mina Clavero, a unos 160 km. al sur, pasando la sierra. El viaje fue un espectáculo, porque se atraviesa la sierra cordobesa con el bus, la carretera es buena, y el paisaje aún mejor, con montañas de formas muy redondeadas, grandes rocas, praderas y mucho matorral. Apenas hay árboles. El color dominante es el verde, aunque estaba perdiendo intensidad por culpa de la ola de calor y la falta de agua. Aún así era precioso.
Nido del Aguila
Nido del Aguila, en Mina Clavero
Al llegar al pueblo me alojé en un albergue mucho más fresco, cerca del centro. Fuí a este pueblo por la recomendación de mi amigo Lorenzo, que además me enseñó unas fotos de los ríos que me dejaron boquiabierto. Así que venía sin mucha idea ni información del lugar. Me esperaba un lugar muy tranquilo, y el albergue lo era, pero el pueblo en verano es un lugar en donde los argentinos vienen escapando de la ciudad y del calor. Así que había muchísima gente, y las playas de los ríos estaban llenas de niños bañándose, padres despreocupados y todo el mundo alegre y feliz refrescándose en plena Navidad.

El primer día no pude bañarme, porque, por primera vez en el viaje, he tenido pequeños problemas intestinales, y por precaución preferí no mojarme ni agarrar frío. Ya se que se dice "coger frio", pero aquí en Argentina es mejor decir agarrar, jejeje.
Río en Nono
Una zona de baño en Nono

En el albergue conocí a Jan y su novia (un nombre dificil que no me atrevo a escribir), una pareja de viajeros finlandeses, muy simpáticos, que me invitaron al día siguiente a ir con ellos al cercano pueblo de Nono. Jan se reía porque unas montañas tenían forma de tetas, y al mirar la etimología del lugar, descubro que Nono viene de "ñuñu", que significa "senos de mujer", así que mira tu, esto ya lo pensaron los indios que poblaron este lugar hace cientos de años, jeje.

Con mi amigo Jan
Con Jan en Nono

En Nono lo pasamos genial. Fuimos a un balneario natural que nos recomendaron en la oficina de turismo, y mereció la pena el paseo. Había unas formaciones rocosas que el agua había erosionado, y había pozas y bañeras naturales de aguas templadas en las que nos refrescamos del fuerte sol. Los tres eramos muy blancos, y nos quemamos un poco. Sobre las 15:00, cuando regresabamos al pueblo, empezó una fuerte tormenta de rayos y truenos, y un aguacero importante. Nos refugiamos en una tienda de artesanías muy bonita, donde una señora nos trató genial, a cambio de nada. Me sentí en deuda con esa mujer, así que compré un colgante que ahora llevo en el cuello. La mujer me decía que no era necesario que comprase nada, ¡qué gente más buena! (mensaje para aquellos que piensan que todos los argentinos son como Maradona o como cualquier defensa central de los que van a España, jeje).
Cruzando el río
Despues de la tormenta, Nono
Por la noche salí a tomar una copa con los nuevos amigos. La bebida más consumida en la provincia de Córdoba es el fernet, una bebida italiana con sabor a medicina y un sabor algo amargo. Se mezcla con refresco de cola. Yo me tomé dos de estos pelotazos y no me disgustaron.

A la mañana siguiente me despedí de los chicos y me fuí a Alta Gracia, un lugar con mucha historia. Primero por la estancia jesuítica que hoy es Patrimonio de la Humanidad. Después porque es el pueblo en el que pasó su infancia y parte de su adolescencia Ernesto Guevara antes de ser el Che. Y también por que allí pasó los últimos años de su vida el músico español Manuel de Falla, del que también hay un museo.

Noche en la estancia jesuítica
Estancia jesuítica de Alta Gracia

Así que llegué y pasé la tarde en la estancia jesuítica. Esta muy bien restaurada, y su interior está decorado con objetos originales de los dueños de la estancia, una vez que los jesuitas fueron expulsados. Hay una laguna artificial llamada "tajamar". Los jesuitas construyeron un enorme dique para retener las aguas de dos arroyos y también aprovechar el agua de lluvia. Esto su utilizaba para regar las huertas y para mover las piedras de un molino. Todo está muy bien explicado en el museo. No es muy grande, pero parece bien gestionado.
Patio de la Estancia Jesuítica
Interior de la estancia
Por la noche me quedé en la calle, donde corría un poco el aire y era muy agradable pasear. Aproveché para hacer unas fotos nocturnas de la estancia jesuítica, en la plaza central del pueblo.
Museo Che Guevara
Entrada a la casa del Che
Hoy miércoles, aproveché la mañana visitando el Museo Ernesto Che Guevara de Alta Gracia, situado en la casa en la que vivió con su familia cuando era un niño. Alta Gracia es un lugar de clima seco, donde los enfermos de asma encuentran el lugar idoneo para no tener crisis fuertes. La familia Guevara se transladó aquí por ese motivo. En el museo se cuenta la historia de la familia, y la del Che. Hay una escultura de Ernestito (así formaba sus primeras cartas) a la entrada del museo, pequeño pero muy bueno. En su interior hay objetos del Che, y también fotos de 2006 de la visita de Fidel Castro y Hugo Chavez, con sus firmas estampadas en un documento.
La casa del Ché
Después me despedí de Alta Gracia y tomé un bus hacia Córdoba, donde me encuentro ahora escribiendo esta entrada. Voy a pasar aquí la tarde poniéndome un poco al día, y haciendo algunas compras, y a las 23:00 de la noche tomaré un bus con destino Tucumán, siguiendo mi ruta hacia el norte, cada vez más cerca de Bolivia.
Anochecer en el tajamar
Anochecer en Alta Gracia, Cordoba

26 diciembre 2010

Barreal y el Valle de Calingasta

Tras despedirme de Lorenzo decidí tomar un bus hacia San Juan (43 pesos), una ciudad tranquila y calurosa que me servía de escala para llegar a mi próximo destino: el valle de Calingasta.

En San Juan apenas pasé 9 horas. Llegué de noche y me alojé en un albergue bastante aceptable y barato cerca de la terminal. Me pegué una ducha, cené y dormí 6 horas antes de ir de vuelta a la terminal, esta vez para tomar un bus a Barreal (44 pesos). Antes de salir tomé un desayuno en el bar. Había 8 mesas con gente (todos hombres), y yo era el único tomando un cafe con leche. El resto tomaban cerceza Quilmes de litro. Eran las 7:00 de la mañana de un martes, y me quedé bastante sorprendido...
Cerros de colores
Cerros de la precordillera andina
El camino que siguió el bus por el valle de Calingasta fue espectacular. Las montañas de la cordillera de Ansilta superan ampliamente los 5.000 metros, y del otro lado del valle está la precordillera andina, mucho más baja y de formas redondeadas, pero con colores muy variados, de los diferentes minerales. Al sur, a lo lejos, se ve el Aconcagua y el Tupungato, y un poco más cerca el cerro Mercedario (6.770 m.)
Los picos mas altos de los Andes
El Aconcagua y los picos más altos de América, desde la distancia.
Este valle se parece bastante a la zona de Uspallata, pero me gusta aún más porque es auténtico. Aquí no hay turismo. En el bus yo era el único forastero. Los habitantes de este valle son agricultores y ganaderos que viven en sencillas casas de adobe y madera.
Por las calles de Barreal
Calles de Barreal
Barreal, donde yo me quedé, es un pueblo muy tranquilo que se distribuye a lo largo de una larga carretera. Después de informarme, me fui al camping municipal, donde me instalé por el irrisorio precio de 4,50 pesos la noche, pileta incluida (piscina). Lo sorprendente es que no había nadie en el camping. Era todo para mi solo, y me vino muy bien un día de relax absoluto, después de visitar grandes ciudades y pasar horas y horas entre buses, aduanas y terminales abarrotadas de gente.
Camping de Barreal
Piscina con agua de los Andes, sin cloro (al fondo se puede ver mi humilde casita)
El día siguiente, miercoles, me levanté temprano y me fuí a la montaña, a la precordillera, un lugar árido y desértico desde donde se contemplan las mejores vistas del valle de Calingasta. Eso si, hacía muchísimo calor, y eso que madrugué. Ascendí a uno de los cerros mas altos de la zona en busca de aire, y disfruté del paisaje y la soledad. Cuando el sol ya era demasiado fuerte, bajé al camping a darme un baño, donde ya no estaba solo. Una familia argentina algo ruidosa y simpática eran mis vecinos.

Cementerio de Barreal
Cementerio de Barreal

Así que después de comer cumplí con la obligada siesta hasta que Leo y sus primos me dejaron. Me pegué un baño y me fui a dar un largo paseo, primero al río Patos. De camino allí escuché a mis espaldas ruido y movimiento, y al darme la vuelta me encuentro de frente con una docena de vacas y terneros corriendo asustados delante de un coche y una moto. Era lo más parecido a un encierro. De primeras me acojoné un poco, pues era una calle sin escapatoria posible y sin un lugar donde esconderme, pero qué coño, eran vacas, así que agarré la camara y disfrute de la curiosa escena. Más adelante descubrí el destino final de los animales: el matadero. Una curiosa forma de ahorrarse el transporte, jeje.
Transporte de ganado
San Fermín en las calles de Barreal.
Al llegar al río pude contemplar unas buenas vistas de la cordillera de Ansilta, aunque me gustaron más las de la mañana. Todo esto acompañado por un simpático perro que, como tantos otros, se hizo mi amigo, aunque este hasta el momento ha sido el mejor de todos. Me traía una piedra a los pies para jugar.

Mi amigo perro
Mi amigo perro, que chulo es el jodio.

Después regresé al centro de Barreal a hacer unas compras, y me fui cerca de donde pasé la mañana para quedarme allí cenando y viendo la puesta de sol. Y fue espectacular.
Cordillera de Ansilta
Puesta de sol en la cordillera de Ansilta, Barreal.
Regresé al camping algo cansado. Las distancias en Barreal son grandes, a pesar de ser un pueblo pequeño. Solo del camping al centro, donde está el supermercado, hay 2 kilómetros, y otros 2 para volver, claro. La gente aquí se mueve mucho en bici o en  moto. Me hace mucha gracia, porque los que van en bici pedalean muy muy despacio. Transmiten una calma absoluta, nadie va con prisa, y todo es muy tranquilo. Me hubiera venido bien alquilar una bici aquí, pero bueno, por suerte andar me encanta.
Alamos y el cielo mas limpio del mundo
Álamos y el cielo más limpio del mundo.
El jueves me desperté a las 8:30 muerto de calor. La vé algo de ropa, que se secó en media hora. La temperatura máxima es de 39º C, así que recogí el campamento y caminé por última vez los 2 km. que me separaban del centro. Tenía los hombros quemados por el sol, y cargar una mochila de más de 15 kg. a la espalda fue una tortura. Más otra mochila pequeña en el pecho. Un día que no tenga mucho que contar, me gustaría escribir una entrada con curiosidades sobre el viaje, la forma de moverme y otras cosas que no cuento, porque el blog sería un peñazo, jeje.
Papelera con mensaje
Papelera con mensaje.
Desde Barreal fuí a San Juan en bus, y al llegar pasé uno de los peores momentos del viaje hasta ahora. Me dió un ataque de jaqueca de esos que me dejan fulminado, en medio de una estación de autobuses, con mucho ruido, mucha gente y muchísimo calor. Lo pasé realmente mal, con nauseas y mareos, y pasó 1 hora hasta que la medicina me empezó a hacer efecto. Por suerte no fue a más, y me dió tiempo a tomar un bus de camino a Córdoba, la segunda ciudad en tamaño de Argentina, en pleno corazón del país, desde donde escribo esta entrada, y donde he pasado estos días por primera vez en mi vida en la más absoluta soledad. Aunque no soy muy navideño que digamos, es inevitable echar en falta a la familia y a mi gente. De todos modos, sigo pensando que esto es solo un sueño, que no es posible estar en Navidad a 36º en alerta de calor, y cuando me dicen "feliz navidad" yo no termino de creérmelo.

Os deseo unas felices fiestas a todos los que seguís este humilde blog, que termineis bien el año, y sobre todo, que el 2011 venga cargado de salud, buenas noticias, y de algún que otro viaje, por supuesto.

24 diciembre 2010

Santiago de Chile


El viaje desde Valparaiso a Santiago en bus (3000 pesos chilenos) fue corto, y me quedé medio dormido. Al llegar a la tarminal de bus de Santiago me sentí un poco agobiado, ya que está en una zona comercial, y con la Navidad tan cerca era un hervidero de gente. Es muy gracioso ir con Lorenzo entre tanta gente, porque parece un gigante del que es imposible perderse.
Guardias en Santiago
Guardias chilenos
Llegamos caminando hasta el albergue en unos 45 minutos, cansados por el calor y la multitud. Nos dejamos aconsejar por otros viajeros que ya habían estado en la capital chilena, y fue todo un acierto. Nos alojamos en "La Casa Roja", una antigua mansion restaurada de forma impecable, y muy bien equipada, con piscina incluida en un espacioso patio. El único pero es que es muy grande, y hay gente que viene de fiesta a ka capital, y es ruidosa y se acuesta muy tarde, pero para eso estan los tapones mágicos, que están siendo mi gran aliado, jeje.
Palacio barroco
Palacio barroco en Santiago
El primer día fuimos a pos unas pizzas y yo me quedé toda la tarde tranquilo en el albergue, poniéndome al día con mis cosas y descansando un poco, que lo necesitaba. Por la noche fuimos a tomar unos pisco-sours con Román, un chico francés que está viajando solo también. Al final está ocurriendo lo que imaginaba. Recuerdo que antes de venir alguna gente me preguntaba si no me daba miedo ir solo, o si sería muy triste o aburrido. La realidad es que hay miles de personas solas, y otras a las que les despiertas curiosidad, o pena, o vete a saber el qué, pero siempre se acerca alguien a hablarte.
Arquitectura con los Andes al fondo
Rascacielos con los Andes de fondo
Al día siguiente, domingo, la ciudad estaba mucho más tranquila, y fui con Lorenzo a visitar los lugares más interesantes. Después de caminar media hora por las calles vacías me sentí muy cómodo y sorprendido en esta enorme ciudad. Santiago es muy moderna, limpia, con edificios coloniales bien corservados (la mayoría, pero hay algunos muy afectados por el último terremoto) que se mezclan con rascacielos acristalados enormes. Es una mezcla un poco extraña, pero que causa una buena impresión.
Catedral de Santiago de Chile
Catedral de Santiago
Visitamos el Museo de Arte Precolombino, pequeño pero muy recomendable, con una excelente colección que repasa todas las culturas americanas anteriores a 1492. Al salir visitamos la Plaza de Armas, domde me sentí un poco confuso, con un enorme árbol de Navidad y niños bañándose en la fuente central para refrescarse. Por allí también había un hombre vestido de Papá Noel... pobrecico, con la que estaba cayendo.

Museo de Arte Precolombino
Museo de Arte Precolombino de Santiago

Más tarde subimos en un funicular construido hace más de 70 años para llegar a la cima del cerro de San Cristobal, donde no hay un monumento franquista como en Valladolid, sino un santuario y una estatua enorme de la Virgen. Desde allí se divisa la inmensa capital de Chile, que casi se pierde en el horizonte. Hacía muchísimo calor, eran las 14:00, así que bajamos a comer al barrio de Bellavista, el más animado de la ciudad, con muchos restaurantes y bares, y también repleto de artesanos, estudiantes y turistas. Allí compré algunas artesanías y recuerdos, algunos fabricados con minerales de las minas de Copiapó, hoy famosas por los 33 mineros rescatados recientemente.
Virgen del cerro de San Cristobal
Virgen del cerro de San Cristobal
Después de una buena paliza caminando llegamos al albergue y fuimos de cabeza a la piscina. Se me hace raro estar pasando este calor en el mes de diciembre, y hablar con mi gente a -8º.

Nos despedimos de Santiago con un buen vino chileno para dormir bien, y a la mañana siguiente tomamos un bus hacia Mendoza (14.000 pesos chilenos), que esta vez fue algo más rápido. En la terminal de Mendoza llegó el momento de despedirme de Lorenzo, ahora un buen amigo con el que estoy seguro que volveré a coincidir más adelante. Él se fue hacia Catamarca y yo hacia San Juan, pero eso lo contaré dentro de poco en la próxima entrada.
Vistas desde el cerro de San Cristobal
Vista de Sanatiago desde lo alto

18 diciembre 2010

Valparaíso y el pueblo pesquero de Horcón

El viaje entre Mendoza y Valparaiso fue más largo de lo previsto, porque en la aduana para entrar a Chile había problemas por paro de los funcionarios (estos días en Chile hay muchas huelgas y protestas de los trabajadores estatales para obtener mejoras). El primer tramo entre Mendoza y la frontera ya lo conocía por la excursion que hice días antes. Un tunel de unos 4 kilómetros separa ambos paises, y al llegar a la aduana chilena es donde sellan el pasaporte y hacen los controles en busca de frutas, verduras, semillas o alimentos de origen animal. Las multas pueden ser importantes, así que conviene no olvidar nada en la mochila. Una chica por olvidar una manzana en el fondo de su mochila, tuvo que pagar 250 dólares...
El Caracol
El caracol, bajando de los Andes

El tramo más espectacular hacia Valparaiso es el que hay para bajar desde el tunel. Hay unos kilómetros de curvas continuas en forma de S muy pronunciadas. Los chilenos lo llaman "El caracol", y como se puede ver en la foto, es alucinante. Es desnivel es alto, y el tránsito de camiones creo que lo hace todavía más impactante.


Antes de llegar a Valparaíso pasamos por Viña del Mar, un lugar muy turístico (tipo Benidorm) repleto de gente, centros comerciales, coches caros y apartamentos y hoteles. No estaba especialmente interesado en conocerlo, pero al verlo desde el bus, y más tarde hablar con otros viajeros, decidí no pisar por ahí.
Mercurio
Arquitectura en Valparaiso

Valparaíso, en cambio, me dió muy buena impresión desde el primer momento. De hecho, es una ciudad Patrimonio de la Humanidad, que ya garantiza que la visita merece la pena. Este viaje lo he hecho con mi amigo italiano: Lorenzo "Il capo". Juntos tomamos un taxi hasta un albergue que tenia muy buena pinta (según la guía de Lorenzo). Estaba bien situado, en un cerro, cerca del puerto y la zona antigua.
Vista de Valparaiso
Vista hacia la parte de Viña del Mar

La ciudad es muy bonita, esta situada a orillas del Océano Pacífico, en una bahía sobre una zona que sube por los cerros. Sus calles son muy irregulares y curvas, al contrario que en el resto de las ciudades americanas. Además hay continuas subidas y bajadas con muchísima pendiente en algunos tramos, y las casas están pintadas de colores muy alegres. A todo esto hay que añadir que la ciudad rebosa arte callejero, con mucho graffitti, pintores, músicos... Me recuerda mucho, tanto en su aspecto como en su ambiente, al barrio alto de Lisboa.

Graffiti en Valparaiso
Graffitti
Graffiti
Arte callejero en Valparaiso


El miércoles estabamos cansados, así que no nos complicamos mucho, y dimos un pequeño paseo cerca del albergue, y fuimos a cenar a un restaurante muy bonito. Al día siguiente, el jueves, fuimos a conocer la ciudad. Caminamos hacia arriba para tomar la Avenida Alemania, que permite contemplar la ciudad y la bahía desde lo alto, y lleva hacia "La Sebastiana", la casa que Pablo Neruda tenía en Valparaíso. Visitamos esta casa, y al salir contemplamos la escena más desagradable en lo que llevo de viaje. Regresamos a la avenida Alemania, e ibamos muy cerca de una pareja muy joven de holandeses. Nos dimos cuenta de que no queríamos ir por allí, así que regresamos hacia "La Sebastiana", y cuando tan solo nos alejamos 100 metros de los holandeses, escuchamos gritos y vimos mucho movimiento. Cinco chavales de unos 14 ó 15 años habían tirado al suelo a la chica holandesa, y agarraban la camara que llevaba al cuello, arrastrándola por el suelo, hasta que consiguieron quitársela y salieron corriendo cerro arriba.
Vista de Valparaiso sur
Valparaiso desde La Sebastiana, la casa de Neruda.

Fue acojonante, la verdad. Nos acercamos a ayudar a la chica, y un chileno muy amable que iba en el coche con su familia ya habia parado. Hablamos un rato, tranquilizamos a la chica, y hablamos con la policia, que, me dió la impresión, no se llevo muy mal rato. Pero bueno, es desagradable, es habitual, pero no quiero llevarme este recuerdo de Valparaíso. Además, el resto de personas que he encontrado han sido muy amables, y con eso me quedo.
Plaza Echaurren
Plaza Echaurren

Continuamos nuestro camino (algo acojonados, eso si), y visitamos un museo al cielo abierto, y las plazas más importantes de la ciudad, la zona del puerto y la parte antigua, donde parece que hay mayor vigilancia y seguridad. Por la noche nos fuimos a cenar con un chico de Congo y su novia de Bélgica a un restaurante vegetariano muy bonito que había cerca del albergue, y luego nos quedamos viendo una actuación y tomando un pisco sour, una de las bebidas más típicas de Chile y de Perú (los dos paises se disputan de donde es el pisco original, y por lo poco que se sobre el tema, creo que es de Perú).
Puerto de Valparaiso
Puerto de Valparaiso

El día siguiente, viernes, tomamos un bus por la mañana para visitar un pequeño pueblo
de pescadores, muy tradicional, que me había recomendado un viajero español que me encontré en El Bolsón. Este tranquilo pueblito esta a unos 20 km. al norte de Valparaíso, y se llama Horcón. Por las mañanas las pequeñas barcas de pescadores llegan a una caleta de arena y rocas en donde no hay puerto ni muelle, así que unos caballos arrastran las embarcaciones por la playa hasta dejarlas en un lugar seguro, donde los pescadores descargan el pescado y arreglan las redes. Es un sitio muy pintoresco y especial. Parece que el turismo no ha llegado hasta Horcón, y el lugar sigue manteniendo una tradición de muchos años.
Pesca tradicional
Caballos sacando las barcas del mar, todo un espectaculo.


Pescadores en Horcon
Y la misma operacion para regresar al mar

Pasamos el día tranquilamente, entre ver el trabajo espectacular de los caballos en la caleta, y muy cerca de allí una formación rocosa en forma de arco que el mar ha ido erosionando. Preguntamos a una señora donde podíamos comer buen pescado fresco, y nos recomendó el mejor y más caro restaurante del pueblo, pero no era eso lo que buscábamos, así que nos dijo una pequeña tasca donde comen los pescadores. Eso si, señora.
Caleta de Horcon
Horcon

Por la tarde fuimos a una playa cercana muy tranquila a descansar un poco, y sobre las 20:00 regresamos a Valparaiso, a darnos una ducha y cenar. Como despedida de la ciudad, tomamos un pisco sour esta vez con un grupo de franceses y belgas en un bar muy curioso cerca del albergue.
Bahia de Valparaiso
Anochecer en el puerto de Valparaiso

Hoy, sábado, por la mañana hemos viajado a Santiago de Chile, la capital. No he tenido mucho tiempo de conocer la ciudad, pero solo el camino desde la estación de autobuses hasta el albergue, en el barrio de Brasil, me ha servido para ver que esto es enorme, que hay muchísima gente, mucho calor estos días, y que estos suelen ser los lugares en los que no me detengo mucho, porque me agobio, así que creo que estaré aquí uno o dos días, y regresaré a Mendoza para continuar mi viaje, y hacer un poco de deporte en la montaña antes de la Navidad.
Caleta de Horcon

15 diciembre 2010

Mendoza y el Cerro Aconcagua

El día que me fuí de San Martín de los Andes el sol salió tímidamente. Me dió pena irme, pero lo asumí, sin más. El viaje fue tranquilo, un poco largo y pesado, con lluvia, viento, nieve y granizo en el primer tramo. El segundo tramo, desde Esquel hasta Mendoza, fue por la noche, e intenté dormir.
Mendoza y sus árboles
Vista de Mendoza desde el cerro de la Gloria
Llegué a Mendoza tras 20 horas de autobus, a las 7:30 de la mañana, algo cansado, con un ligero dolor de cabeza, y con el cielo nublado y triste... Busqué un albergue muy céntrico, las calles estaban casi vacías, con algunos chavales que volvían a casa después de una noche de fiesta... era domingo por la mañana. Después de instalarme y descansar, salí a conocer la ciudad. El día estaba fresco, pero salió el sol, y la ciudad me dió muy buena impresión desde el primer momento. Pude pasear por las calles casi vacias, pues los domingos creo que los mendocinos se van a pasar el día fuera, a un lago o un lugar tranquilo donde relajarse.
Acequias de Mendoza
Acequias y árboles en las calles
Mendoza es una ciudad muy particular y especial. Esta a pocos kilómetros de la Cordillera de los Andes, donde se encuentra el pico más alto de toda América: el cerro Aconcagua (6962 metros). La ciudad se ecuentra en una zona completamente desértica. De hecho, es una ciudad "artificial". Fue construida en el desierto, y en todas sus calles hay una acequia en cada acera. Por ahí corre el agua que riega los árboles, que son grandes y dan mucha sombra. Sin esto, la ciudad sería un infierno. La temperatura es muy alta, las precipitaciones son muy escasas (entre 200 y 300 mm al año). Pero con agua y árboles, la ciudad es un verdadero oasis, con calles verdes y limpias, bonitas zonas de jardines, y una buena organización del centro a través de 5 plazas. La central y más grande es la Plaza Independencia, de enormes dimensiones, con una bonita fuente, y siempre llena de gente.
Plaza España, Mendoza
Plaza España, como estar en casa...
Hay una preciosa plaza de España, decorada con cerámica andaluza, muy del estilo de la plaza España de Sevilla, pero mucho más pequeña. Es un lugar muy agradable, con una fuente y mucha vegetación. Además hay un monumento dedicado al hermanamiento entre Argentina y España. Mendoza en general, esta lleno de rincones agradables donde poder sentarse a descansar. Además, muy cerca de la ciudad hay lugares muy interesantes donde practicar deportes y actividades de aventura. Es un lugar donde poder quedarse 10 ó 15 días, sin tener ninguno de aburrimiento.

Plaza de la Independencia, Mendoza
Fuente de la plaza Independencia

El domingo solo me dediqué a pasear y a familiarizarme con la ciudad. Para el lunes contraté un tour para visitar los lugares más emblemáticos de la zona de la cordillera. Seguí la ruta que en 1817 siguió el ejército de los Andes, comandado por el general San Martín, para liberar Chile. Es una zona fronteriza, con unas formaciones montañosas impresionantes, escenario de la película "Siete años en el Tibet", protagonizada por Brad Pitt en 1997. 

Cerro de colores
Cerros de colores, de camino a la frontera

Desde Mendoza viajé en una furgoneta con un grupo reducido de gente, donde me hice muy amigo de Gustavo, un chico brasileño muy simpático que viaja junto a su hermana. Hablamos mucho, y me ha ofrecido ayuda para viajar hasta Manaos por el Amazonas, uno de mis "sueños imposibles".

La primera parada fue Potrerillos, donde recientemente se ha construido un embalse para gestionar mejor el agua que baja de los Andes hacia Mendoza. Es además un lugar en el que relajarse, muy cerca de la ciudad, y donde están comenzando a construirse casas, cabañas y complejos vacacionales.
Potrerillos
Embalse de Potrerillos (haciendo experimentos con el sol)
Desde allí fuimos al puente de Picheuta, un lugar importante en el trayecto que hizo el Ejercito de los Andes de camino a Chile. Fua construido por españoles, pero utilizado por el ejercito liberador de San Martín, considerado un verdadero ídolo y héroe en la ciudad de Mendoza.
Puente de Picheuta
Puente de Picheuta
Uno de los lugares que más me impresionó fue el Puente del Inca, una formación natural, donde brotan aguas termales cargadas de sedimentos que se van quedando en las rocas, dando un color amarillo intenso muy particular, y cayendo abajo hacia las aguas del río Mendoza. Hace décadas se construyó en este lugar un complejo turístico, pero una avalacha de nieve y piedras lo destruyó por completo (se pueden ver las ruinas aún). Casualmente solo quedó en pie la iglesia, y para que quieres más... supongo que será un milagro. Pero al margen de estas anécdotas, me gustó mucho el lugar, y también hablar con unos hombres argentinos de los que, en pocos minutos, siento que aprendí muchas cosas.
Puente del Inca
Puente del Inca
La siguiente parada, y la más esperada por mí, era el mirador de Horcones, el lugar desde donde puede verse la cumbre del cerro Aconcagua (del quechua, "centinela de piedra") el techo de América. El día estaba completamente despejado y hacía calor. Las vistas son impresionantes, con una mole enorme de piedra y hielo. Casualmente, en la habitación del albergue he conocido a unos andinistas de Perú, muy buena gente y grandes montañeros, que regresan de intentar hacer cumbre. He tenido la suerte de hablar con ellos y escuchar sus aventuras, y es increible lo que hacen estos deportistas. Se juegan la vida, se pagan todo el equipo y el viaje, alquiler de mulas para portear material, etc... ¡y luego los futbolistas son héroes! Así que allí, contemplando el cerro Aconcagua, la cabeza se me iba a esos montañeros que están allá arriba, jugándose el pellejo por cumplir un sueño, como mis compañeros de habitación, que tuvieron que bajar desde los 6.300 metros sin hacer cumbre, porque el frío y el viento les hacía tener los primeros síntomas de congelaciones. Casualmente, a los dos días de bajar, el clima mejoró, pero ellos ya estaban abajo. Una pena.
Cumbre del Aconcagua
Cumbre del Aconcagua


El día no dió para mucho más. Fue muy intenso, comimos a 3000 metros en el único restaurante de la zona, con vino de Mendoza, por supuesto. Visitamos la frontera, donde hay un tunel que conecta Argentina con Chile, por donde pasan diariamente 1000 camiones. En invierno, con la nieve, puede convertirse en un caos, llegando a acumularse 5000 ó 6000 camiones en la carretera.

Pico Aconcagua
Cerro Aconcagua desde Horcones
Decir que los paisajes de esta zona son impresionantemente grandes, donde estos camiones parecen verdaderos juguetes en manos de las montañas, donde los colores se confunden en los cerros, con tonos marrones, rojizos, verdosos, amarillos... casi la paleta de un pintor. Esta zona es muy rica en minerales diversos, de donde se extrae el 65% de la producción nacional. Por suerte, la zona del cerro Aconcagua, está protegida como Parque Nacional... pero creo que en otros lugares las compañías mineras están haciendo "de las suyas".
Los Penitentes
Los Penitentes
Hoy martes, he estado paseando por la ciudad, y haciendo planes para los próximos días. Por la mañana fui con un nuevo amigo italiano a la Municipalidad de Mendoza. Desde su azotea, de 8 pisos de altura, hay muy buenas vistas de la ciudad y de la cordillera. Además un guía te explica algunas características de la ciudad, del urbanismo, y también de las montañas. Desde allí fuimos hasta el Parque de San Martín (aquí hay parque, avenida, plaza... todo con el nombre del general). Este parque es enorme, y caminar por él te puede llevar un día entero. Dentro del parque esta el campus universitario y los complejos deportivos de Mendoza. Hay un lago artificial, el campo de futbol Islas Malvinas, donde juega el Godoy Cruz, un velódromo (qué recuerdos...) y el cerro de la Gloria, donde, como no podía ser de otra manera, hay un monumento en honor al General San Martín. 
Monumento al Ejército de los Andes
Al ejército de los Andes
Ha sido un día de muchísimo calor, así que el resto de la tarde, después de una merecida ducha, he estado descansando e hidratándome. Sobre mi nuevo amigo italiano, Lorenzo, tengo que decir que es un gran tipo. Lo digo porque mide dos metros, así que además de un amigo, también tengo guardaespaldas, jeje. El caso es que también es mi compañero de habitación, y junto con los peruanos, hemos hecho una buena amistad. Lorenzo está viajando durante 10 meses por Sudamérica, y su próximo destino es Valparaiso, como el mío. Así que viajamos juntos mañana a las 9, con 7 horas de trayecto, si los trámites en la frontera son normales. El resto de mis planes no los se muy bien. Voy improvisando, escuchando y aprendiendo de otros viajeros, y la verdad que, esta sensación de poder variar tus planes, o no saber lo que voy a hacer dentro de dos días, me hace sentir verdaderamente libre, poder elegir, poder equivocarme, porque tengo tiempo para corregir o rectificar, y en definitiva, me hace sentir un auténtico viajero.

Mendoza de noche
Plaza Independencia por la noche