22 marzo 2011

Tarapoto y la selva alta peruana

Para llegar desde Chachapoyas a Tarapoto tuve que tomar un taxi colectivo hasta un lugar llamado Pedro Ruiz, a poco más de una hora de Chachapoyas. Tuve que esperar una hora hasta que se completó la furgoneta y salimos. Por el camino pinchamos y tardamos un poco más. Y al llegar a Pedro Ruiz tuve que esperar dos horas más hasta que pasará un bus hacia Tarapoto, y tener la suerte de conseguir asiento. Afortunadamente en el primer bus que pasó conseguí plaza, y llegué a Tarapoto en la noche, alojándome en el primer sitio que encontré, como hago siempre que llego de noche a una ciudad que no conozco. El lugar era muy cutre y ruidoso, y pasé la noche muy incómodo.
Canario
A las 7 de la mañana del día siguiente salí de allí hacia el centro en moto-taxi, el transporte más utilizado en las zonas de selva. Tiene sus ventajas e inconvenientes. Entre las ventajas destacan la rapidez, la ventilación, y el reducido espacio que ocupan. Pero los inconvenientes también son importantes, especialmente la contaminación acústica, que se multiplica por las estrechas calles. A todo esto se suma que en la selva muchos edificios no tienen ventanas, o si las tienen están abiertas día y noche, porque las temperaturas son altísimas. Es muy importante elegir bien el alojamiento, da igual que sea más bonito o más feo, pero que la ventana de a un patio trasero o a una calle en la que no haya mucho tráfico. De lo contrario es imposible descansar, es casi como estar en la calle durmiendo con todo el ruido producido por las motos.
Mototaxis
Mototaxis en las calles de Tarapoto
Me alojé muy cerca de la plaza, en la parte trasera del hostal, alejado de las motos, y aún así se escuchaban bastante y me obligaba a dormir con tapones. Sobre Tarapoto no puedo decir mucho. No es una ciudad especialmente bonita, es de un tamaño intermedio, por encima de los 100.000 habitantes, y sus gentes son muy amables, y parece que siempre están de buen humor. Tiene las ventajas de una ciudad, con tiendas, restaurantes y otros muchos servicios, pero sin el estres ni las "caras largas" de una gran ciudad.
Navegando el Huallaga
Navegando el Huallaga
Lo interesante de visitar Tarapoto es que hay muchas lugares que visitar en los alrededores. Está situada en un valle, a orillas del río Shilcayo, y completamente rodeada de campos de cultivo y zonas de selva. Yo pasé el primer día estudiando posibilidades, y finalmente decidí hacer dos excursiones.
Barcas tradicionales
Barcas tradicionales de una sola pieza de madera
La primera fue a un hotel situado en medio de la selva, desde donde se hace una incursión a una zona de bosque primario. Era la mejor excursión que ofrecían en la agencia, y la contraté con toda la ilusión del mundo. Lo venden como "full day", pero desgraciadamente no fue así. Fue uno más de los muchos engaños que hacen estas agencias. Mi paciencia en este sentido estaba llegando al límite, y finalmente explotó al salir de Tarapoto. Nos dejaron media hora tirados en medio de la carretera, en un cruce, bajo un sol abrasador. Al principio me lo tomé con calma, pero a medida que pasaban los minutos me iba cabreando cada vez más, hasta que perdí los papeles y empecé a decir de todo (menos guapo) al chofer que nos estaba haciendo esta putada.
Papaya
Papaya
Creo que es el mayor cabreo de los cinco meses que llevo de viaje, y no me gusta llegar a esta situación, pero estoy muy cansado de que me tomen el pelo, de que me digan mentiras, y de soltar el dinero por adelantado para que luego te den un servicio de mierda. Es una pena tener que cabrearse para que te tomen en serio y te traten bien. A partir de aquí todo fue como la seda, nos llevaron a un hotel precioso donde nos esperaban con unos zumos frescos. Navegamos el río Huallaga en una embarcación con capacidad para unas 10 ó 12 personas, aunque solo eramos 3 turistas. A veces daba miedo, porque el río lleva mucha agua, y hay zonas de corrientes fuertes y de rápidos. Es época de lluvias y hay zonas por las que no se atreven a pasar por el peligro que conlleva.
diegolo 243
Navegando por el río Huallaga

Nos dejaron en medio de la selva con un guía muy joven y simpático, un chico nacido en la misma selva que conoce cualquier detalle de plantas o animales que ibamos encontrando en el camino. Entre las plantas vimos la de coca, limón, café, ayahuasca (un potente alucinógeno usado por los chamanes desde hace siglos), papaya y uña de gato entre otras muchas. De los animales los que más me llamaron la atención fueron las mariposas, especialmente una de color azul cuando esta volando, y de color marrón cuando se posa. A pesar de estar más de media hora intentando fotografiarla en vuelo, finalmente me di por vencido. Es muy rápida, y su vuelo es muy cambiante e imprevisible.

Mariposa azul
Una de las mariposas azules que me torearon durante más de media hora.

Mariposa violeta

Mariposa
Planta de coca
Planta de la coca
Ayahuasca
Ayahuasca, enredadera estranguladora.
Nos dimos un baño en una pequeña cascada. Es genial estar rodeado de tanta naturaleza y belleza, en absoluta calma, sin escuchar un solo ruido, y en un grupo tan reducido de gente. Es quizás lo más parecido a lo que puedan llamar "el paraiso". Disfruté muchísimo de ese momento, y después regresamos al hotel Pumarinri, que tiene unas cabañas preciosas en una ladera de la selva. Allí probé uno de los platos típicos de la zona: mixto de cecina y chorizo, con arroz y una pasta que no conocía como guarnición. Estaba todo buenísimo, y el paisaje era inmejorable.
Baño en la selva
Baño en la selva
Desde allí hicimos un buen tramo navegando por el río Huallaga hasta llegar a la desembocadura del río Mayo en el Huallaga. Se observa perfectamente el diferente color de aguas en el punto en que se unen, por los diferentes sedimentos que arrastra cada río. Desde allí continuamos río arriba por el Mayo, hasta llegar a un punto en donde nos esparaba un coche que nos llevo de vuelta a Tarapoto. A las 15:30 estabamos en la ciudad. Eso es lo que venden como una excursión "full day" o "día completo".
Ríos Mayo y Huallaga
Desembocadura del río Mayo en el Huallaga
A pesar del cabreo, disfruté muchísimo de la experiencia, pero sinceramente me sentí muy engañado. Así que me fuí a otra agencia a contratar una excursión para el día siguiente a la catarata de Ahuashiyacu, un salto de agua de unos 35 metros de altura a unos 15 kilómetros de Tarapoto, en donde es posible bañarse y ver algunos animales (mariposas y ranas).
Rana a rayas
El guía, Otoniel, era un tío genial, y con un buen humor envidiable. Estaba todo el día de cachondeo y además sabía muchísimo sobre la selva y las culturas que han habitado esta zona desde hace siglos. Nos pegamos un baño genial, en otro de esos lugares que juraría que son el paraiso, y regresamos a Tarapoto a la hora de comer. Una excursión mucho más barata y muy recomendable.
Haciendo el Tarzán
"Otoniel de la selva", un fenómeno.
Ahuashiyacu
Catarata de Ahuasiyacu
Escarabajo verde
Lamentablemente no se puede ver todo, así que me fuí de Tarapoto con la sensación de haberme perdido muchas cosas, y también con la tristeza de no haber cumplido uno de mis sueños: continuar a Yurimaguas y desde allí navegar río abajo hasta Iquitos, ya en el Amazonas. Pero analicé la situación, vi el estado de los ríos y las fuertes corrientes, y me informé sobre los barcos que navegan desde Yurimaguas. Finalmente decidí lo más seguro: no arriesgarme y regresar a Lima, en un viaje que suele tardar 26 horas, pero que por varios contratiempos tardó más de 30. Pero llegué, que es lo importante. Y ahora pasaré aquí unos días descansando, haciendo algunas compras y decidiendo mi próxima parada.

17 marzo 2011

Chachapoyas, Gocta y Kuelap

Me despedí de las playas de Máncora al mismo tiempo que un terremoto sacudía Japón. Finalmente las olas no fueron de gran altura en las costas peruanas, y no hubo daños. Para esas horas yo ya estaba en Chachapoyas, después de tomar un bus hasta Piura, otro hasta Chiclayo, y finalmente otro por la noche hasta Chachapoyas. En total un día y una noche de viaje, unas 20 horas aproximadamente.

Llegué muy cansado a Chachapoyas, aún era de noche, así que busqué un alojamiento y me quedé dormido unas 3 horas. El resto del día lo pasé informándome y decidiendo que visitar. La oferta de los alrededores de Chachapoyas es muy amplia. Se encuentra en una zona de sierra y ceja de selva, con preciosos y verdes valles, ríos rápidos y ruinas milenarias de la cultura Chachapoyas. Finalmente me decidí por visitar la catarata Gocta, que era un sueño que tenía desde hace 4 años, cuando vi en televisión que fue descubierta por un investigador alemán. El segundo lugar que decidí visitar fue Kuélap, la ciudad fortificada más importante de la cultura Chachapoyas. Con estas dos visitas tengo un poco de naturaleza, y otro poco de cultura.
Cocachimba
Cocachimba y el salto Gocta

Es interesante preguntar el precio en varias agencias que hay en la plaza, porque los precios pueden varias bastante. Yo cometí el error de no comparar entre varias, y pagué bastante más que otros viajeros. No soy amigo de contratar estas excursiones, pero hay lugares a los que es dificil llegar con otro medio de transporte. A Gocta, por ejemplo, no llegan buses ni coches de linea. Te puedes quedar en un cruce que hay en la carretera hacia Pedro Ruiz, y desde allí caminar unos 6 kilómetros hasta Cocachimba, y luego otros 5 más hasta el salto Gocta.
Gocta
Cortina de agua de Gocta

Yo fui a lo cómodo, y me dejaron en el pueblo de Cocachimba, un lugar muy pequeño y tranquilo, donde hasta hace tan solo 4 años no iba absolutamente ningún turista, y casi ninguna persona. Desde el pueblo se ve perfectamente la catarata Gocta (771metros, la tercera más alta del mundo), así que hablar de descubrimiento me parece un error. Más bien diría que el grupo de investigadores alemanes dieron a conocer al mundo algo que muy poca gente sabía, y fueron los que se llevaron el mérito del "descubrimiento", como ocurrió con Machu Picchu y tantos otros lugares.

Desde Cocachimba hay una agradable paseo hasta la parte baja de la catarata. Se tardan 2 horas en llegar, aunque depende mucho del ritmo. Se camina por una zona muy bonita, repleta de vegetación, con plantaciones de café y caña de azucar fundamentalmente. También se pueden ver muchos loros, muy ruidosos, por cierto.

Al llegar abajo de Gocta la sensación es de una grandeza indescriptible. Y también la agradable sensación del frescor del agua pulverizada. Desde abajo solo se ve el agua que cae del segundo salgo de la cascada, el mayor de los dos, y que tendrá unos 500 metros de caída aproximadamente. A medida que cae el agua se va dispersando y desintegrando, formando una cortina de agua que abajo de todo a veces es casi invisible, pues las corrientes de aire lo mueven, y al ir tan pulverizado forma una especie de nube o neblina. Hacer fotos en ese lugar es muy complicado. Se pueden hacer, pero la cámara se moja, y además salen muchos reflejos. La mejor hora sería el amanecer o el atardecer, pero esto es lo malo de las excursiones organizadas, que tu no puedes decidir. El sol estaba muy alto, y a veces resultaba molesto.
Salto Gocta
Desde cerca solo es posible ver el primer salto

Me quedé allí algo más de una hora con el grupo de la excursión. Algunos se atrevieron a darse un baño en las frías aguas. Poco después iniciamos el camino de vuelta hacia Cocachimba, que se hizo algo más duro, pues el calor y las fuertes pendientes cansaban las piernas. Hay una opción que es ir a caballo, o incluso se puede ir caminando y regresar a caballo, ya que el guía lleva un walkie, y avisa a un hombre que alquila caballos para que vaya a buscarte.

Llegamos a Chachapoyas en la tarde, y fui a tomar una cerveza con la gente del grupo, una mezcla de gentes de varias nacionalidades. Luego me fui a dormir, ya que a la mañana siguiente me esperaban unas cuentas horas de bus hasta la fortaleza de Kuélap.
Muros de piedra
Impresionante muralla de Kuelap

Desde Chachapoyas se tardan unas 3 horas. Hicimos una parada intermedia para contemplar las ruinas de Macro, un poblado en una zona rocosa de fortísima pendiente, en un emplazamiento espectacular. Parece ser que a la cultura Chachapoyas no le gustaban las cosas fáciles, puesto que Kuélap también se encuentra en un emplazamiento impresionante, en la cumbre de una montaña de 3000 metros de altura, una de las más altas de la zona, desde la que se contemplan los valles de ambos lados, cubriendo una distancia muy grande a simple vista.
Vista del valle
Vistas de uno de los valles

Según el guía, para su construcción se movió el doble de peso que para la pirámide de Keops en Egipto, y eso es mucho decir. Pero lo más complicado es que los arqueólogos han descubierto que una de las principales canteras para construir esta ciudad se encuentra a orillas del río Marañón, a una semana de camino desde Kuélap, y viendo la orografía del terreno y lo dificil que es llegar incluso en coche, no quiero ni imaginar el trabajo tan inhumano que tuvieron que hacer hace 1000 años, sin caballos ni tecnología alguna que facilitase el transporte de las piedras.
Entrada a la fortaleza
Puerta principal de Kuelap

La visita resultó muy interesante. Por suerte el guía era muy bueno, y encima le gustaba su trabajo, así que aportaba datos muy interesantes sobre Kuélap y la cultura Chachapoyas, que luchó contra los incas y que finalmente fue conquistada por estos.
Criadero de cuys
Criadero de cuys, que hoy sigue siendo un plato típico de la zona.

Lo curioso de esta cultura con respecto a las otras de Sudamérica, es que contruyeron edificios circulares en piedra, de diferentes tamaños según la importancia de la familia que vivía allí. Se organizaban en pequeños barrios, gobernados por un chamán, que era quién tenía la mejor casa, y la única decorada del barrio. En Kuélap hay 5 núcleos chamánicos, cada uno de ellos dedicados a un dios-animal.
Relieve de serpientes
Relieve que representa la dualidad.

Lo más espectacular son las enormes murallas, de hasta 12 metros de altura y 5 metros de grosor en algunos casos. Hay miles y miles de piedras que forman un bloque muy compacto y casi indestructible. Además la puerta principal de acceso tenía un sofisticado método defensivo, siendo de escasa anchura, y estrechandose aún más a medida que se accede al interior. Esto obligaba al enemigo a ir en fila de a uno, y además ascendiendo por una complicada escalinata con lianas, lo cual era lento, y mientras tanto los que defendían la ciudad les lanzaban todo tipo de objetos, dando lugar a auténticas matanzas.
Escaleras de entrada
Por ahi accedía el enemigo, y desde donde tomé la foto les ponían las pilas, jeje.

Los sistemas de drenaje son muy interesantes. En esta zona a veces se registran fuertes lluvias, pero Kuélap sigue ahí, como si no pasara el tiempo, gracias a la ingeniería tan avanzada de esta cultura, que permite canalizar el agua y colarse por unos conductos subterraneos que aún hoy no se sabe muy bien hasta donde conducen.
Casas circulares
Ruinas de Kuelap y casa reconstruida

Después de esta visita tan interesante, regresamos a Chachapoyas, por una carretera de tierra impresionante, que a veces quita la respiración, y con unos paisajes maravillosos. Toda esta es una zona agrícola muy rica, con cultivos muy variados, aprovechando el buen clima, y los terrenos que antes eran selva, con la consiguiente deforestación.

El día siguiente lo dediqué a descansar, y estuve dudando seriamente visitar otro lugar muy interesante: los sarcófagos de Karajía, pero finalmente deseché esta opción, decidiendo finalmente viajar hacia Tarapoto el martes 15.

Calle de Chachapoyas
Preciosa calle de Chachapoyas por la noche.

11 marzo 2011

Máncora

Tan solo he estado dos días, tiempo suficiente para ver la zona, con unas playas geniales, aunque no me he movido muchos en los dos días. No soy muy playero, y estando solo se hace más triste y algo aburrido. Todo está bien preparado para el turismo, pero de una forma bastante respetable. Por ejemplo, no hay grandes construcciones, ni mega-hoteles. Todo son complejos pequeños de apartamentos, cabañas y hostales para mochileros, con mucha variedad y precios.
Máncora
Puerto de Máncora
Yo me alojé en un sitio muy cutre y barato. Llegué a las 5:30 de la madrugada, y tampoco quería complicarme la vida a esas horas, así que me metí al primer sitio que encontré abierto. Lo único bueno era su ubicación, y también que tenía de vecinas a unas iguanas muy simpáticas en unos árboles al lado de la "cabaña", por llamarlo de alguna manera.

A pesar de la playa, de la fiesta nocturna, de los chiringuitos y demás, lo que más me gustó de Máncora fue sin ninguna duda la gastronomía. Hay mucha variedad, muchos sitios donde comer barato y bien, especialmente pescado fresco. Me he puesto hasta arriba de ceviche, y también de arroz con mariscos y de chicharrón de pescado. Por 8 soles comes un menú bien completo y de buena calidad. Supongo que hay mucha competencia, y es por eso que resulta muy asequible.
Pilsen Callao
Después de 4 duros meses... necesitaba un momento así.
Del resto no hay mucho que comentar: una playa enorme, mucho calor, cervecitas, música, surf, mucha gente buscándose la vida para seguir viajando... en fin, lo que se puede esperar de un sitio de playa, pero sin estar masificado. Por desgracia hoy están en alerta de tsunami, por el terrible terremoto de Japón. Ojalá no afecte mucho a esa zona, porque hay construcciones muy precarias. Bastante desolación ha dejado en Japón, que es un lugar mucho más preparado.

Dejo unas fotos de este paraiso, porque creo que es la mejor descripción que puedo hacer.

Naranja
Espectacular atardecer

Surf
Mucho surfer en busca de la ola perfecta 

En picado
Pelícanos de pesca

Iguana
Mis vecinos eran un poco raros: una familia de iguanas.

Mirador a la playa
Anochecer en la playa de Máncora

Terrazas en la playa
Terrezas nocturnas en la playa

Caballos en la playa
Paseo a caballo al atardecer

07 marzo 2011

Trujillo, entre mochicas y chimús.

He pasado casi una semana en esta gran ciudad, de nombre extremeño gracias a los primeros conquistadores. De hecho fue una de las primeras que fundaron a su llegada al Perú, y hoy en día es la tercera en tamaño del país.

En Trujillo hay mucho que ver y que hacer. Su centro histórico es precioso, con casas coloniales de colores y grandes ventanales enrejados que resultan muy fotogénicos. También hay muchas iglesias y museos, aunque el motivo de mi visita no fue nada de esto, sino las culturas antiguas anteriores a los incas, herederas a su vez de otras culturas más antiguas aún, y que ocuparon los valles fértiles del norte del Perú.
Ventana, farol y sombra
Ventana trujillana
Arquitectura trujillana
Arquitectura colonial
Además de todo esto, al que no le interese la historia ni estas culturas, puede pasar unos días en Huanchaco, un pueblo costero bien preparado para el turismo, con una gran playa con buenas olas para los amantes del surf. De hecho, se puede decir que aquí nació el surf (aunque en Hawai también lo dicen), no tal como es hoy, pero si en su esencia. Las antiguas culturas peruanas, desde hace más de 2.000 años, vienen usando los "caballitos de totora", unas pequeñas barcas construidas a base de juncos, macizas, y con un reducido espacio para las capturas y los útiles del pescador.
Desde el muelle
Huanchaco desde el muelle
Caballitos de totora
Caballitos de totora (solo duran unos meses)
Con esto surcaron las aguas del Pacífico, y con esto o algo parecido tuvieron que llegar hasta la Isla de Pascua y Polinesia. En el siglo XX algunos aventureros demostraron que es posible, navegando con barcos de Totora desde Perú hasta Isla de Pascua.

En Trujillo he alternado días de mucha actividad y visitas con otros de calma absoluta y descanso. El fuerte calor no invita a salir a la calle, especialmente cuando el sol pega con fuerza, pero yo estaba entusiasmado con visitar las ruinas de Chan Chan y el Señor de Sipán especialmente.

Voy a empezar por lo que he visto de la cultura mochica o moche, para seguir un orden en el tiempo, ya que esta es la más antigua de las más importantes del norte del Perú. Su area de influencia llegó desde la frontera con Ecuador hasta el departamento de Ancash en el sur. Hay decenas de yacimientos arqueológicos, muchos apenas excavados. Yo he intentado visitar los más interesantes, por ejemplo, lo que fue su capital: Las Huacas del Sol y la Luna, en Moche, a muy pocos kilómetros de Trujillo.
Dios decapitador
Relieves del dios decapitador, en la Huaca de la Luna.
Están en una zona arenosa y desértica, al pie del cerro Blanco, y gracias a que el viento fue tapando con arena durante siglos la Huaca de la Luna, hoy se pueden contemplar los magníficos relieves polícromos de los diferentes niveles de este complejo ceremonial, todo en su estado original, lo cual es increible teniendo en cuenta que datan de entre los años 200 y 800 d.C.
Relieves mochicas
Relieves mochicas, con colores muy variados
Fachada principal
Imponente fachada de la Huaca de la Luna
Hay mil detales que no voy a contar, pero intentando resumir, los mochicas fueron grandes guerreros, agricultores, ingenieros y artesanos, y bastante sanguinarios, pues realizaban terribles sacrificios rituales degollando prisioneros, o en su defecto golpeandoles en la cabeza hasta la muerte. Estas escenas aparecen representadas en sus creaciones artísticas, especialmente en los relieves y en las cerámicas. Fueron geniales alfareros, aunque no tengo fotos, ya que en los museos está prohibido fotografiar, pero se conservan cientos de cerámicas naturalistas y realistas, completamente intactas, procedentes de enterramientos que no fueron saqueados.
Vista de yacimiento arqueológico
Excavaciones arqueológicas desde la Huaca de la Luna
El otro lugar que visité de la cultura mochica fue Sipán, aunque para eso me tuve que ir bastante lejos, a Chiclayo, una ciudad a más de tres horas en bus desde Trujillo. Pero el esfuerzo mereció la pena. Además de un importante yacimiento arqueológico que visité en Túcume, donde hay varias huacas piramidales en las que están trabajando, visité el impresionante Museo Tumbas Reales de Sipán, donde se encuentra expuesto el Señor de Sipán con todo su ajuar funerario. Quizás después de Tutankhamon, este descubrimiento haya sido el que más interés y admiración ha despertado a nivel internacional.

La visita al museo resulta interesantísima, no solo por la cantidad de oro, plata, piedras semipreciosas y otros objetos suntuosos que se pueden contemplar, sino también porque está explicado todo el proceso de excavación arqueológica de forma espectacular, con réplicas exactas de los enterramientos, a escala real, y todos los restos son originales. Solo por esto ya mereció la pena el esfuerzo y las 10 hora de bus que me comí ese día.

Y ya que estaba por allí, aproveché y fuí a ver el Museo Nacional de Sicán, en Ferreñafe, donde se exponen objetos pertenecientes a la cultura Lambayeque o Sicán. Resulta un poco lioso por los nombres, pero esta es una cultura diferente a la mochica, aunque con grandes parecidos, especialmente en el arte de la orfebrería. Allí pude ver máscaras de oro y plata, collares de esmeraldas, detalles en ámbar y otros muchos bienes funerarios con los que se enterraban los gobernantes, además de con familiares directos que les acompañaban en la otra vida. La cultura Lambayeque se desarrolló entre los años 750 y 1375 d.C., justo después de la Moche.
Municipalidad
Municipalidad de Trujillo
Tras esta paliza de kilómetros de bus, con mucho calor, sin aire acondicionado, me tomé dos días de descanso, dando paseos por el centro de Trujillo, haciendo algunas fotos y disfrutando de su rica y variada gastronomía. Y también viendo la televisión peruana, donde hay una telebasura muy parecida a la que ponen en España o Argentina. En estos detalles se ve que somos primos hermanos, jeje. Hay un programa como Operación Triunfo, que se llama Cumbia de Estrellas, lleno de musculitos, guaperas y tías buenas, aunque canten como el culo. Luego hay un concurso donde eligen a Miss Colita, es decir, la chica con el mejor culete. Y luego mucha política, ya que están en plena campaña electoral, así que todo el día salen los candidatos prometiendo gilipolleces y cosas imposibles, y a ver quien es el más bueno de todos... en fin, como digo, muchas veces es como estar en casa.
Simetría barroca
Arquitectura iluminada
La cultura Chimú (1100-1400 d.C.) es la última que me falta en mi recorrido por la historia anterior a los incas. Fueron posteriores a los moches, aunque herededos de algunos aspectos, como la construcción en barro y el uso del relieve. Pero los chimús estuvieron muy influenciados por la cultura Tiahuanaco-Wari del sur, en su época de máxima expansión, así que se puede decir que son una mezcla de dos culturas, aunque con sus propias señas de identidad.
Relieves en Huaca Arcoiris
Huaca del Dragón o Arcoiris
Las ruinas más importantes que dejaron los chimús están al lado de Trujillo: Chan Chan, la ciudadela de barro más grande del mundo, aunque por desgracia ha estado muy expuesta a los fenómenos del Niño, frecuentes y muy violentos en esta zona, y se encuentra muy deteriorada. Pese a esto hay un gran trabajo de conservación, restauración y reconstrucción. La zona visitable es el palacio de Nik-An, aunque hay otros muchos en Chan Chan, debido a que cuando un gobernante moría, se le enterraba en su palacio y se construía uno nuevo para su sucesor. Así de chulos eran estos chimús, ¡para que vamos a escatimar!
Animales
Relieves en Chan Chan
Pasillos decorados
Ruinas de Chan Chan, palacio Nik-An
La ciudadela se encuentra apenas a un kilómetro del mar, y esto se refleja en su arte, con representaciones marinas, e incluso el fundador del señorío chimú, Tacaynamo, llegó desde el mar según su mitología.
Peces
Decoración de peces
Chan Chan y las montañas
Muros que alcanzaron los 12 metros
Quizás por su conservación y reconstrucción, Chan Chan me defraudó un poco, porque las comparaciones son inevitables, y otras ruinas que he visitado resultan mucho más vistosas y también originales, especialmente la Huaca de la Luna, mucho más antigua, pero en un estado de conservación excepcional. Además el Museo de Chan Chan no me gustó. está algo descuidado y anticuado con respecto al resto de la zona, y para colmo el guía iba más pendiente del reloj que de la explicación.
Muro en talud
En talud, para soportar los terremotos
Aún así es una visita obligada y que merece la pena. Desde las ruinas de Chan Chan se llega facilmente a la playa de Huanchaco, eso si, por una carretera que pasa por el medio de la ciudadela, con el consiguiente destrozo.

Por último quería hablar un poco del "huaqueo", algo que me atrae especialmente. Se llama así a ir saqueando tumbas de huacas o lugares sagrados. En Perú se lleva haciendo desde que llegó Pizarro. De hecho, los españoles fueron los primeros huaqueros, capaces, por ejemplo, de desviar el curso de un río hacia la Huaca del Sol, y así reblandecer los adobes para saquear los tesoros más comodamente.

En los años 70 y 80 los huaqueros se contaban por cientos, e incluso en los 90. Me gustaría entrar en algunas mansiones de ricachones americanos a ver que tienen colgando en sus paredes, jeje. Y a los huaqueros les pagan una mierda en comparación con el precio que luego sacan a subasta. He visto una pieza recuperada de una subasta que salía por 1.600.000 dólares. Y hay cientos (quizás miles) de piezas saqueadas, la más valiosa el Tumi de oro, que desapareció misteriosamente de un museo.

Pero el huaqueo también tiene su parte positiva. El Señor de Sipán se encontró gracias a esto. Se supone que alguno de los huaqueros no estaba contento con su comisión o su parte del botín, y dio el chivatazo a la policía. A partir de ahí se inició un trabajo arqueológico, descubriendo el Señor de Sipán y otros enterramientos, como el Viejo Señor de Sipán, tatarabuelo del primero.
Catedral nocturna
Catedral de Trujillo
Pero tanta historia, ruina y museo puede llegar a cansar, así que esta misma noche tomo un bus hacia Máncora, más al norte, ya cerca de Ecuador. Allí se encuentran, según dicen, las mejores playas del Perú, y yo voy a comprobarlo, no sea que me estén engañando, jeje.

Desde allí iniciaré la ruta de regreso hacia Argentina, que ya me he alejado mucho, casi 6.000 kilómetros, y aunque me quedan 50 días para volver, no quiero perder el avión.


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