22 abril 2012

Un año después...

¡Cómo pasa el tiempo! No me puedo creer que haya pasado un año desde que regresé de Buenos Aires. Un año sin escribir. Parece que desaparecí sin despedirme, pero lo cierto es que hasta hoy no me he atrevido a enfrentarme al teclado, quizás porque ya no tengo aventuras viajeras que contar, al menos de momento.
Así que me toca vivir de los recuerdos, de aquel viaje que nunca olvidaré, de los amigos que hice durante los seis meses que duró, y de todas las venturas y desventuras que me tocó vivir en solitario.

Al regresar, y gracias a un buen amigo que se interesó muchísimo por el viaje, me hicieron algunas entrevistas, algo que jamás me hubiera imaginado. Por unos días sentí que había hecho algo bonito, algo que le gustaba a la gente, y que despertaba cierta admiración. Se publicó en internet una entrevista, e incluso me llamaron de la televisión para hablar un poco de mi aventura, algo que tampoco podía imaginar el día que agarré la mochila y me fuí a Sudamérica.



Aún hoy no me creo que me atreviese a ir a la televisión, pero gracias al viaje superé muchos miedos, y por unos meses me sentía capaz de cualquier cosa.

En Junio de 2011 participé con una fotografía de las Cataratas de Iguazú en una exposición colectiva con algunos compañeros del grupo Fotógrafos de Valladolid, y meses después, en Octubre, realicé mi primera exposición fotográfica en solitario, titulada "Paisajes de América del Sur".

Además, he recibido varias peticiones para utilizar fotografías que hice durante el viaje en algunas publicaciones, tanto en internet como en papel. Una de ellas aparece en la portada de una novela:

Recientemente también he participado en el II Maratón Audiovisual Ciudad de Valladolid, donde se proyectó "Viaje soñado", una serie de más de cien fotografías sobre el viaje, y que muy pronto espero mostrar en este blog.


Gracias a esto, parece que de alguna manera el viaje continúa, aunque un año después mi vida haya cambiado por completo. Vuelvo a estar en mi ciudad, con mi gente, donde ahora siento que me corresponde estar. Muchos viajeros hablan del trauma que supone el regreso, del golpe que te llevas al volver a tu "vida normal". Para mi todo fue muy sencillo y agradable, y por suerte no me costó nada volver, sobre todo porque tenía muchas ganas de abrazar a mi gente, y de demostrar cosas que quizás hasta antes del viaje nunca me atreví a hacer.


El regreso no es dificil. Los que te quieren te facilitan las cosas, y es mejor dejarse llevar por ellos, que por la excesiva negatividad que respiré en España a mi regreso. Todo crisis, dramas, lamentos... y yo que veía todo casi perfecto. Será porque muchas veces aquí nos quejamos de vicio, o porque he visto lugares verdaderamente jodidos, y esto a su lado parece una broma.

Lo cierto es que cuatro meses después de regresar conseguí un trabajo en una fábrica de coches. Para los tiempos que corren, tuve suerte. Aunque sinceramente, ahí comenzó lo jodido del regreso: un trabajo duro, muy físico, muy estresante, y con unos horarios largos e inflexibles. Nada que ver con lo que había estado viviendo hasta entonces. Y sigo en ello, aunque reconozco que lo llevo mal, y que no consigo adaptarme, pero es lo que hay.

Cuando tengo un mal día, de esos que te dan ganas de mandar todo a la mierda, intento recordar algún momento de aquel viaje, y  vuelvo a verme con la mochila a la espalda, en uno de esos paisajes inolvidables de la Patagonia o del Altiplano Boliviano, y aunque esté en una fábrica fea y ruidosa, sonrío y sueño con volver allí algún día, aunque sea mucho tiempo después.
Atardecer en Tierra del Fuego

Dedicado a Antonio Torres, gran fotógrafo y viajero, y sobre todo un buen amigo.