15 enero 2011

Primeras impresiones de Bolivia

Me despedí de Humahuaca el miércoles a las 4 de la madrugada, rumbo a La Quiaca, ciudad fronteriza al norte de Argentina. Allí tuve que esperar algo más de dos horas en una cola para salir del país. Y casi una hora más para entrar en Villazón, Bolivia.

No se muy bien como describir el cambio de país. Fué algo parecido a un puñetazo en toda la cara, y eso que Villazón, gracias al comercio, es una ciudad bastante cuidada. Pero ya las cosas no son como eran en Argentina. Ves que todo es mucho más sencillo, que no hay ordenadores en la terminal de buses cuando vas a comprar un billete, o que incluso los coches y buses son más antiguos y en peor estado que en Argentina. Para mi ahora es inevitable comparar lo que veo con el país en el que he pasado los últimos dos meses.

En Villazón apenas me detuve 2 horas. Cambiando de país gané una hora. Ahora tengo 5 horas de diferencia con España. Estas dos horas fueron suficientes para ver la nueva realidad que me esperaba, y a la que debería adaptarme rápidamente, pero no es facil. Quería viajar a Uyuni en tren, pero estaba completo, así que me decepcioné un poco.
Paso al tren en Tupiza
Paso al tren que no pude tomar, en Tupiza.
De Villazón fuí en un bus hasta una ciudad llamada Tupiza, y ahí es donde recibí el mayor shock. Me esperaba una ciudad importante, y quizás lo sea, pero no es el concepto que yo tengo de "ciudad". Las casas son muy humildes, y no hay ningún edificio con más de 3 alturas, lo cual me parece maravilloso. Pero ví cosas que me resultaron duras, como ver a los niños trabajando. La gente se gana la vida como puede, sobre todo vendiendo alimentos que ellos mismos cocinan y luego venden en la calle: helados, gelatina, empanadas, macedonias, jugos... casi todo lo imaginable, sin lujos, eso si.

En Bolivia los precios son bajísimos, a veces escandalosamente baratos. En mi proceso de adaptación decicí ir a comer a un lugar al que va la gente del mercado. Comí por 1,5 €, y acabé hasta arriba. Me alojé en un lugar muy sencillo, con una habitación en la que había lo justo, por 3 € la noche. Confieso que ni me atreví a abrir la cama y que puse encima el saco de dormir, pues el lugar me inspiraba muy poca confianza.
Calles de Tupiza
Anochecer en las calles de Tupiza
Esta mañana me desperté, y pregunté a la señora del hostal por un lugar en el que desayunar. Hice caso a su consejo, y cuando llego al sitio, me encuentro con cuatro vigas metálicas que sujetan un techo prefabricado, y allí una familia preparaba desayunos: café, te, y una masa frita que llaman "pasteles". Pero nada de crema, ni nata, ni chocolate, simplemente era una torta de harina frita en aceite. Todo es muy muy sencillo, pero eso si, correcto.

Luego tomé un bus hacía Uyuni, donde ahora me encuentro. Al ver el bus me quedé bastante sorprendido. Me recordó a los que había en Valladolid hace casi 30 años, cuando era niño. En Bolivia la gente siempre va muy cargada con sacos y bolsas, con mucha mercancía. Todo no cabe en el bus, así que en el techo hay una estructura para transportar el resto de equipaje. Ahí viajó mi mochila, junto con otras muchas, y también bicicletas, muebles, etc.
Terminal de bus
Preparando el bus que me llevó a Uyuni.
El primer tramo entre Tupiza y Atocha era de 108 km. Tardamos 4 horas en hacerlo. Comentaría detalles del viaje, pero creo que eso lo resume bastante bien. La "carretera" era un camino de tierra de vértigo, con curvas imposibles, puertos de más de 4500 metros de altura, y a veces, maniobras que ponían los pelos de punta. Cruzarse con otro bus en medio de un puerto era no apto para enfermos cardiacos. Hubo momentos de tensión, aunque en el bus había muy buen ambiente, sobre todo en la parte de atrás, donde ibamos los extranjeros, donde siempre han ido los niños malos, jeje.
Atocha
Atocha, un lugar impactante
El segundo tramo fue mucho más rápido: 2 horas para 100 km. La última hora a toda pastilla por el desierto, completamente llano, intuyendo el salar en algunos tramos, donde a veces se confundía el horizonte con el cielo.

En Uyuni he tenido ligeros síntomas de apunamiento. Estoy a 3650 metros de altura, y aunque he intentado subir progresivamente como aconsejan, es inevitable notar algo extraño, ligeros mareos y dolor de cabeza. He comprado hoja de coca para estos próximos días, pues voy a estar en el salar, alcanzando alturas por encima de los 5000 metros, lo que nunca he hecho en mi vida.
Calles de Uyuni
Calles de Uyuni
Con todo esto, decir que estoy muy feliz, pero que sigo asimilando el cambio tan brutal que ha supuesto cruzar la frontera y encontrarme con una realidad muy diferente a la que estaba acostumbrado. Con todo el dolor del mundo tengo que decir que estoy en un país subdesarrollado, donde mucha gente vive con lo justo, y otra mucha con menos de lo justo. Me siento un afortunado por tener todo lo que tengo, pero un auténtico sinvergüenza por pertenecer al mundo desarrollado que consiente y mantiene esta desigualdad.
Anochecer en Uyuni
Anochecer en Uyuni

1 comentario:

Lore dijo...

Die!!! como ta fue en el salar?? Te quedaste a dormir en el hotel de sal? Es maravilloso!!!! Quede enamorada de ese lugar cuando fui! Subi fotosssssssssssssss!
Un beso grande!