22 enero 2011

Potosí y el Cerro Rico

No voy a poder olvidar esta ciudad en mi vida, no solo por sus agitadas y ruidosas calles, o por su bella arquitectura colonial que la permite ser ciudad Patrimonio de la Humanidad. En Potosí también viví el momento más terrorífico de mi vida.

Pero comenzaré por el principio, cuando llegué desde Uyuni en un bus algo destartalado y sobrecargado de pasajeros, que bajaba los puertos a volocidades temerarias. Al llegar a Potosí tomé un taxi al centro con Ariel y Magalí, dos amigos que hice en la excursión de tres días en Uyuni.

Compañia de Jesús
Torre de la Compañia

Compañía de Jesús de noche
Vista nocturna de la torre
El primer día lo dediqué a descansar y familiarizarme con la ciudad. Visité la Torre de la Iglesia de la Compañía, uno de los mejores edificios de la ciudad. Allí se encuentra la oficina de información, donde por cierto, me atendieron genial. A diferencia de la gran mayoria de ciudades americanas, Potosí tiene un trazado irregular y algo caótico. Sus calles son más estrechas, y sus aceras a veces intransitables. Hay muchos microbuses que circulan por las empinadas calles. Algunos son muy llamativos, pues deben ser importados de segunda mano de algún país asiático, y tienen letras en chino o coreano.
Bus boliviano
Bus de Potosi
Fui a cenar con mis amigos, y nos fuimos temprano a dormir, porque entre el agitado viaje y los 4060 metros sobre el nivel del mar de Potosí te hacen sentir bastante cansado, con falta de aire, obligando a respirar más fuerte y más veces. Y para colmo caminar por sus calles supone un esfuerzo considerable, pues ninguna es llana, ni la plaza.
Calles de Potosí, al fondo Cerro Rico
Calle de Potosi, al fondo San Francisco y Cerro Rico
El segundo día ya caminaba por la ciudad como un habitante más, siempre vigilado de cerca por el imponente Cerro Rico, absoluto protagonista en Potosí. De hecho la ciudad existe por la riqueza en plata de este cerro. A partir de 1545 los conquistadores españoles comenzaron a explotarlo, aunque su riqueza ya era conocida por el imperio Inca. Gracias a la plata hay edificios de gran belleza, especialmente iglesias y casas coloniales, a costa de esclavizar a los indígenas. Nos escandalizamos con las atrocidades que cometieron los nazis, pero aquí han muerto esclavizados en época colonial 8.000.000 de personas (ocho millones, tiene cojones)
Cerro Rico e iglesia de San Francisco al atardecer
Anochecer en  Potosi desde la Catedral
Dediqué el día a recorrer las calles en busca de edificios interesantes. Por la tarde visité la catedral, que esta siendo lentamente restaurada. Como en todos los paises del mundo, los intereses y conflictos políticos impiden que el dinero llegue a la obra. Fuí un poco tarde y la luz era escasa. Daba un poco de miedo, la verdad. Y más estando el guía y yo solos, un tío muy majo el guía, por cierto. Subimos a una de las torres, desde donde había unas magníficas vistas de la ciudad, el cerro Rico, y una tormenta tremenda en la distancia.
Catedral de Potosí en la noche
Catedral de Potosí
Tormenta desde la Catedral
Tormenta desde la Catedral
El tercer día no lo voy a olvidar en mi puta vida. Jueves 20 de Enero de 2011. Empecé mal el día, pues me levanté con dolor de barriga y problemas intestinales de los que mejor no voy a dar más detalles, jeje. Sin desayunar, me fuí ilusionado a una agencia, donde había contratado una visita a una de las 53 minas que todavía funcionan en el Cerro Rico. Una de las "cooperativas" que trabajan con escasos medios y seguridad. Antes de entrar, el guía, un minero retirado, nos dió unas clases de minería en quince minutos, y de los métodos utilizados por los mineros bolivianos para soportar esas inhumanas condiciones de trabajo (a veces llegando a estar 16 horas seguidas bajo tierra). Para el frío, por ejemplo, beben alcohol de 96º, whisky boliviano dicen. El guía era un bromista, y hacía comentarios de este tipo: "Potosí es el único mercado del mundo en el que está permitido vender dinamita, detonadores, y nitrato de amonio, la ETA aquí sería feliz".
Kit del minero boliviano
Kit del minero boliviano (coca, alcohol 96° y tabaco)
Dinamita en el mercado minero
Dinamita en el mercado de Potosí
Nos explicó el uso de la dinamita, la hoja de coca como único "alimento" en el interior de la mina, y otros muchos detalles y anécdotas. Y llegó el momento de entrar, preparados con cascos con frontal, botas de goma y un traje amarillo. Tengo que aclarar que no es ningún circo turístico. Es una mina real en la que los mineros están ganándose el jornal. Dicho esto, al llegar a la entrada, un agujero con muy mala pinta, una chica brasileña se echó para atrás, y dijo que allí no entraba ni de coña. Y no entró (por suerte para ella).
Entrada a la mina
Bocamina
Bajada a la mina
Descenso a la mina
El resto del grupo comenzamos a descender por una precaria escalera de madera, y a recorrer las galerías por las que a duras penas avanza una persona muy agachada. A los 10 minutos llegamos a un lugar de trabajo, el punto donde llegan vagonetas cargadas de mineral, empujadas por los brazos de dos mineros, nada de tecnología. Alli vuelcan el vagón, y otro minero, equipado con una pala de mano, carga un depósito de una tonelada que, esta vez si, un motor eléctrico lleva a la superficie. Este lugar tenía unos 10 metros cuadrados, y no más de 2 metros de alto. Fue el espacio más grande que vi en toda la mina.
Mineros en acción
Mineros empujando la vagoneta (no tengo fotos mejores)
En este punto nos detuvimos. Unos cuantos turistas tomamos la pala del minero para "ayudarle", o más bien para hacer el ridículo. El último en cargar fui yo, y me tuve que retirar precipitadamente porque llegaba otra vagoneta cargada. Los mineros continuaron con su actividad normal mientras nosotros los observabamos, cuando de pronto, una explosión tremenda en aquel angosto lugar me dejó aterrorizado. Solo quería correr a un lugar seguro, pero no se veía nada, no podía respirar y me golpeaba con piedras, con paredes y con otras personas que estaban como yo. Fue realmente espeluznante, y al escribirlo lo recuerdo con horror. Por unos segundos pensé que iba a quedarme allí para siempre. Parece una jodida película, pero por desgracia todo fue real.

Al minuto de la explosión la nube de polvo empezó a ser más ligera. Yo estaba en un pequeño corredor con un argentino y una colombiana que lloraba y no podía articular palabra, a unos 10 metros del lugar de la explosión. Comenzamos a ver al resto de la gente, todos sanos y salvos, y nos tranquilizamos. En ese momento yo solo quería salir del agujero, pero el guía nos tranquilizó. Había reventado un tubo de aire comprimido, nada más. No había peligro, así que, completamente acojonados y en absoluto silencio, continuamos la visita por las laberínticas galerías de la mina.
Tio de la mina
Ofrenda al tio de la mina
Una hora más tarde ya podíamos hacer las primeras bromas. La chica colombiana se reía al recordar el fatal momento, porque el español solo sabía gritar ¡me cago en la hostia! La verdad que ni yo mismo recuerdo muy bien lo que gritaba, solo se que no eran cosas bonitas, eso si.

Todavía asustados visitamos al "Tío de la mina", una figura diabólica al que los mineros hacen ofrendas para que les cuide bajo tierra. Es como el diablo, el dios del infierno (lo que es la mina), y una forma de llevar la contraria a la iglesia católica que vino con los conquistadores españoles, y que tantos años de esclavitud y miserias les había traido. Le ofrendan coca, alcohol 96º y tabaco, lo mismo que tomas los mineros en el trabajo.

Las durísimas condiciones en las que trabajan son diferentes a las que trabajaban los indigenas que esclavizaron los españoles. Solo mascaban hoja de coca, no les daban de comer, y sus antorchas ardían con grasa de llama, la única sustancia animal que entraba a la mina, y que algunos indígenas preferían comerse y trabajar a oscuras... Salían de la cueva dos veces al mes, y no solían vivir muchos años. Se trajeron esclavos africanos pensando que iban a rendir más, y no podían ni levantar el pico, afectados por el frío, la altura y la falta de oxígeno. Los indígenas en cambio eran hombres muy fuertes y habituados a la altura.
Cerro Rico
Cerro Rico, imponente
Los actuales mineros no trabajan con picos, utilizan martillos neumáticos. Hacen agujeros donde colocan la dinamita que explosionan de forma controlada. Por lo demás, las condiciones de trabajo son parecidas a las de hace 400 años, salvando la luz de la lámpara eléctrica. Frío, polvo, contaminazión... El uso de nitrato de amonio para potenciar la carga de dinamita ha convertido a la mina en un lugar tóxico. Han metido ratas dentro como experimento, y la que más ha vivido ha sido ¡6 horas!

En estas lamentables condiciones trabajan los mineros de Potosí, por un salario miserable, imagino. Se que hay una mina del gobierno que está mejor equipada y tiene más seguridad. Los mineros de las cooperativas son muy críticos con eso. Potosí  en general, no simpatiza con el actual gobierno boliviano, y eso genera problemas y tensiones. Hay pintadas por las calles insultando a Evo Morales.

Después de más de dos horas bajo tierra, por fin salimos a la superficie. Fue un verdadero alivio ver la luz. Y eso que el día estaba bien feo. Al poco tiempo de salir comenzó una fortísima tormenta de lluvia y granizo que duró hasta la noche. Las montañas del entorno de Potosí quedaron blancas, y yo pasé el día intentando tranquilizarme y olvidar lo sucedido, sin conseguirlo del todo hasta la noche, cuando ya fui capaz de comer algo, tomar una cerveza, y meterme en la cama para descansar.
Casa de la Moneda de noche
Casa de la Moneda
Por fortuna no tuve pesadillas y dormí muy bien. Me levanté esta mañana con ganas de despedirme de Potosí, una ciudad que me ha encantado. Hoy he visitado la Casa de la Moneda, el lugar donde se fabricaban los millones de monedas de plata que viajaban en barco a España. Muchas de ellas están a metros de profundidad en aguas del Atlántico. Otras muchas en manos de buscadores de tesoros y empresas que se dedican a destruir el patrimonio arqueológico subacuático. Todas esas monedas fueron fabricadas aquí, con la plata extraida del cerro Rico.
Patio de la Casa de la Moneda
Patio de la Casa de la Moneda (el mascarón tapa un escudo de España)
La Casa de la Moneda me resultó muy interesante. Esta muy bien conservada, con madera original, con maquinaria que aún hoy podría funcionar, impulsada por mulas, como hace 300 años. También conservan máquinas de vapor, e incluso unas más modernas de electricidad. Hay hornos en los que fundían la plata, talleres donde prensaban los lingotes y hacían las monedas. Tambíen hay una colección de minerales, con más de 3000 ejemplares, y una sala arqueológica en donde se exponen cerámicas, momias, armas... Una visita muy recomendable (20 bolivianos la entrada, 40 si quieres hacer fotos).
La Merced
Los relieves en Potosí son muy característicos
Por la tarde he visitado la iglesia de la Merced (10 bolivianos), con un artesonado impresionante, restaurado hace pocos años con colaboración española (algo bueno tiene que hacer España después de tantos años de esclavitud). En su interior se conserva la talla de la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad y del ejército boliviano.
Artesonado de la Merced
Artesonado de la Merced
Y después, apurando la tarde, visité el Convento de San Francisco, que me ha encantado, con un claustro bien conservado, una fachada imponente y original, con arco trilobulado, y una colección de pinturas muy interesante que crearon escuela en Potosí.
Iglesia de San Francisco
Portada de San Francisco
Y por hoy ya está bien de visitas. He ido a la estación de trenes a comprar el billete para mañana a Sucre, pero las fuertes lluvias han afectado a las vias del ferrocarril, y el tren no va a salir, así que tendré que buscarme un bus. En unos días escribiré desde Sucre una nueva entrada.
Estación de ferrocarril
Estación de trenes
Asomando
Calles de Potosí
Con el bebe a cuestas
Así llevan las mamás a los bebes.
Mendicidad
Y por desgracia, en Potosí no todo es bonito...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya movida hay bajo tierra, tienes mas huevos que el torete, imaginate ellos trabajando todos los putos dias, por suerte tu saliste a la dos horas. Que mal repartido esta este puto mundo. Con estas historias que nos cuentas me dio cuenta de lo hijoputas que fueron los españoles en su momento, seguro que al final de alguna manera otra lo pagaremos...cuidate mucho y sigue disfrutando. Un abrazo. David isri.