Después de la gran aventura vivida en el Rally Dakar necesitaba un poco de relax, y qué suerte haber llegado a Cafayate, una pequeña ciudad muy tranquila situada en un valle fértil en el que las uvas maduran al sol, y donde se produce un vino excelente, tanto el tinto (cabernet- sauvignon y malbec), como el blanco (torrontés), delicioso y muy peligroso, porque se bebe como el agua, jeje.
Así que el primer día, aprovechando que estaba lluvioso y no me apetecía mojarme, lo dediqué al vino. En la comida probé el tinto cabernet, y a media tarde fui a tomar un helado de vino. Jan, el amigo finlandés con el que estube en Mina Clavero, me lo dijo, y me pareció algo muy curioso que no podía perderme. El helado está bueno, aunque no es tan cremoso, pues, al fin y al cabo, es vino congelado. Pedí una bola de blanco y otra de tinto, para probar los dos.
Por la tarde visité una bodega cercana al centro de Cafayate. Tiene un pequeño museo donde se puede ver maquinaria utilizaba antiguamente en la elaboración del vino, así como enormes toneles para la maduración y almacenaje, todo muy interesante. En estas fechas las uvas ya empiezan a crecer. Creo que la vendimia es en el mes de febrero.
En la bodega compré una botella de vino blanco torrontés, pues en la cata me gustó mucho. Luego pensé que no podía bebérla yo solo, a no ser que me pillase un buen pedo, claro. Pero mi problema desapareció pronto. En el albergue conocí mucha gente, todos argentinos. En esta zona el turismo extranjero es mucho menor, casi insignificante si lo comparo con el sur. Y los argentinos son geniales, en cuanto escuchan mi "tonada" me preguntan si soy español, y se muestran muy familiares y agradables, así que esa noche bebí la botella en buena compañía, charlando mucho y dejándome aconsejar sobre próximos destinos, etc...
Al día siguiente el día amaneció muy cubierto. Quería alquilar una bici, pero me daba miedo agarrar una tormenta en medio de la nada, así que esperé. Finalmente el día aclaró, y contraté una excursión a la Quebrada de Cafayate, muy recomendada por las personas que ya la habían hecho. Y las verdad que no me defraudó, con paisdajes espectaculares desde que se sale de Cafayate. Es la ruta que se dirige a Salta, la ciudad más grande del norte de Argentina.
Y además tuve la suerte de conocer más gente todavía. Me la gocé haciendo fotos y hablando con la gente. Los cerros tienen colores muy intensos y variados, y hay formaciones impresionantes, de formas extrañas, muchas de ellas bautizadas: el monje, el sapo, etc... Cada uno puede ver una cosa, depende de la imaginación, o del vino que se haya bebido...
El guía era un hombre cafayateño que conocía muy bien la zona. Explicó algo muy curioso sobre un cactus que los indígenas utilizan para purificar el agua que baja del río con muchos sedimentos y un color marrón intenso. En realidad es agua pura de la montaña, pero con los sedimentos no es apta para el consumo humano. La parte gelatinosa que tiene esa variedad de cactus en su interior, atrae los sedimentos, y el agua queda limpia en la parte alta del recipiente... y luego algunos creen que han inventado la pólvora con la "jarra mágica", jeje.
En la última parte de esta visita nos adentramos en unas grietas enormes que el agua erosionó hace millones de años: el anfiteatro y la garganta del diablo. Lamentablemente las fotos no son muy buenas por los contrastes tan brutales de luz, y no reflejan muy bien lo grandioso del lugar.
Me despedí de Nico y los demás amigos que conocí en la excursión, y regresé a dormir a Cafayate, aunque antes tuve una charla de cerca de dos horas con la gente del albergue. A la mañana siguiente tomé el bus camino de Salta, con dos chicas argentinas que estaban en el albergue. El bus (50 pesos) siguió la misma ruta que la excursión del día anterior, aunque la luz de la mañana hacía variar un poco el paisaje.
Al llegar a Salta me despedí de las chicas, y mientras lo hacía, alguien gritó: ¡Diegooooo! Eran los profesores con los que pasé la Nochevieja en Tucumán, qué ilusión que me hizo encontrarlos. Charlamos durante unos minutos, y volvimos a despedirnos. Seguimos la misma ruta, así que quizás más adelante volvamos a encontrarnos.
Me aloje en un lugar bastante cómodo y no muy lejos del centro, y dediqué la tarde a recorrer la zona más interesante de la ciudad, en torno a la plaza. En Salta hay preciosos edificios muy bien conservados, algunos recientemente restaurados. La arquitectura colonial es de gran nivel aquí, y se corresponde más con la que hay por ejemplo en Perú, que con lo visto en el resto de Argentina.
Catedral de Salta |
En Salta los precios ya no son como en el sur. En general todo resulta más barato, en algunos casos la mitad que, por ejemplo, en Patagonia. Pero lo que sin duda más me ha gustado, son las tiendas de artesanías, con cientos de artículos de materiales muy diversos, todo preciosos, y generalmente bastante baratos.
Hoy, día 8 de Enero, fui al subir en el teleférico al cerro San Bernardo, desde donde hay unas vistas inmejorables de la ciudad de Salta y su entorno. El paisaje es muy bonito, y muy diferente a lo visto hasta ahora en el viaje. Todo está verde, repleto de árboles y campos de cultivo. Es una zona casi selvática, y me ha sorprendido muy gratamente encontrarme algo así tan cerca de zonas desérticas. Ahora es época de lluvias, aunque parece ser que este año está siendo demasiado seco, por desgracia.
Artesanías |
Al bajar del cerro San Bernardo me encontré con otro amigo que hice en el albergue de Cafayate. Me saludo al más puro estilo argentino, beso incluido. Aún me resulta algo extraño esto de darse besos con un tío, pero aquí es lo más normal del mundo, y me parece un gesto muy familiar. Hay viajeros recien llegados que no conocen esta costumbre, y se quedan muy sorprendidos y confusos cuando ven a los hombres saludarse...jejeje.
Despues de comer unas buenas empanadas salteñas, caminé hasta el Mercado de Artesanos, situado algo lejos del centro. Por el camino pasé por una zona muy comercial y de mercado donde ves de todo, y si, te das cuenta que esto ya es otra Argentina.
Si tengo que quedarme con algo que me haya gustado especialmente, sería con la barroca y colorida iglesia de San Francisco, y si tengo que hacer una crítica, es que los edificios coloniales secundarios no pueden verse bien, porque a veces el entramado de cables que hay en las calles molestan mucho y es algo que se podría mejorar facilmente.
Si tengo que quedarme con algo que me haya gustado especialmente, sería con la barroca y colorida iglesia de San Francisco, y si tengo que hacer una crítica, es que los edificios coloniales secundarios no pueden verse bien, porque a veces el entramado de cables que hay en las calles molestan mucho y es algo que se podría mejorar facilmente.
San Francisco |
Lío de cables... |
Y después de un día intenso, me he dado una ducha, y se ha puesto a llover con todas las ganas, asçi que aprovecho para actualizar el blog, y doy por terminado el día. Mañana a las 10:30 salgo de la terminal de Salta, dirección a Purmamarca, un pueblo al norte de la ciudad de Jujuy, donde finalmente no me voy a detener, siguiendo alguna recomendación, y también algo cansado de visitar ciudades. Me queda una semana en Argentina, y en breve estaré entrando en Bolivia... ¡qué emoción!
San Francisco por la noche |
5 comentarios:
Hola! Excelentes información de la zona norte de Argentina, y tienes toda la razón, la arquitectura es muy diferente y más parecida a Perú y Chile que al estilo francés que predomina en otras ciudades. Ya tomaste el Tren a las Nubes? En su recorrido podrás disfrutar de la belleza de esta provincia a 3 mil metros de altura Buena suerte en tus recorridos!
Hoteles en Salta
¡¡Qué envidia!!¡¡Que paisajes!!¡¡Qué vinos!! ¡¡Nos estás poniéndo las papilas gustativas a mil por hora!!
Un abrazo
Perraco, y yo aqui haciendo motores, grrr.
Empiezo a ahorrar ahora mismo y para el proximo viaje me apunto.
Que hermoso destino, sin duda de los mejores para disfrutar en Sudamerica. Saludos!
Pablo - Salta Hoteles
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