El viaje desde Puerto Iguazú a Buenos Aires fué bastante cómodo, a pesar de las 20 horas de bus. Al llegar a la terminal de Retiro a las 8:00 me estaba esperando Lorenzo, el amigo italiano con el que compartí una semana de viaje en Mendoza, Valparaiso y Santiago de Chile. La idea era pasar unos días con Lorenzo hasta su despedida, y quizás visitar Uruguay, pero he estado tan ocupado en Buenos Aires que olvidé todo lo demás.
Los primeros días fueron de una actividad intensa, visitando algunos lugares típicos de la gran ciudad, como el cementerio de Recoleta, San Telmo, Puerto Madero o la Plaza de Mayo. Me he sentido muy cómodo en esta segunda visita a Buenos Aires, y pasear por las calles de Microcentro era casi como estar en casa. Además he estado muy bien acompañado, y he conocido muchísima gente nueva, sobre todo en el hostel donde estaba alojado con Lorenzo.
El domingo fuimos con una familia muy simpática a Tigre, a pocos kilómetros de Buenos Aires, donde ponen un mercado y se llena de gente. Creo que es un lugar tranquilo el resto de la semana, pero el domingo se llena de gente, sobre todo para hacer compras para la decoración de la casa, ya que hay muchas tiendas de este tipo. Hay un puerto en donde se puede tomar un barco que te lleva por el delta del río, y hay islas repletas de pequeños muelles y casas de recreo donde mucha gente pasa el fin de semana. Es un lugar bonito y tranquilo donde muchos porteños van a relajarse y descansar.
Al día siguiente intenté cambiar el vuelo de regreso a España. Quería adelantarlo y dar una sorpresa a mi gente, y ya había hecho más intentos anteriormente, pero me pedían mucho dinero por adelantar la fecha tan solo unos días, y no estaba dispuesto a pagarlo. Y el lunes tampoco tuve suerte. Me mandaron un e-mail que me ilusionó mucho, pero finalmente me seguían pidiendo mucho dinero, así que me rendí.
Pero el martes, ya casi de rebote, conseguí un vuelo para el día 20 de Abril, llegando el 21 a casa. Tan solo se lo dije a dos personas, y me ha sido bastante dificil mantener el secreto. Así que el resto de mis días en Buenos Aires los pasé entretenido, e intentando no hablar mucho con la gente, porque eso de mentir se me da bastante mal, y casi meto la pata un par de veces, jeje.
Quedaban 7 días para regresar a casa después de un viaje tan largo, y tenía que aprovechar el tiempo, así que empecé a quedar con mis amigos porteños para cenar y despedirme, aunque estoy seguro de que volveremos a vernos algún día. Con Ariel y Magalí me encontré 3 días. Desde que nos conocimos en Bolivia he sentido muy buena conexión con ellos, y ahora siento que ya somos amigos para toda la vida.
Uno de los momentos más emocionantes de todo el viaje lo viví el jueves con las Madres de la Plaza de Mayo. Fue un momento muy especial que recordaré toda mi vida. Todos los jueves se reunen a las 15:30 en la plaza para recordar a sus hijos desaparecidos durante la dictadura militar. Las mujeres ya son bastante mayores, pero siguen transmitiendo una fuerza y una energía especial, y a mi sinceramente me fue dificil contener las lágrimas en algunos momentos.
Al final del encuentro dan un pequeño mitín donde se ponen al día de la situación política y las actividades que realiza su organización. Y no se cortan mucho si hay que llamar a las cosas por su nombre. Si que me resultó bastante sorprendente escuchar insultos hacia algunos políticos, aunque me pareció gracioso.
Los últimos días los pasé muy entretenido, entre amigos, compras, comidas y cenas, muchas horas de charla y algunas fotografías que tenía pendientes. Y eso que en Buenos Aires me olvidé bastante de la cámara, en parte por estar entretenido con la gente, y en parte por la obsesión con la seguridad. A veces la gente te preocupa bastante con este tema, y quizás por la calle no tienes esa sensación de peligro, pero lo cierto es que he conocido a bastantes personas que han sufrido robos, y no me apetecía ser uno más.
Así que me despedí de Buenos Aires y de la República Argentina. También me despedí de todos los amigos que dejo allí, y de otros muchos de diferentes partes del mundo con los que seguramente vuelva a encontrarme algún día. Me marché feliz y satisfecho con esta última parte del viaje, diferente al resto, y que me deja un buen sabor de boca después de haberlo pasado un poco mal en el tramo final.
El regreso a España duró unas 20 horas que se me hicieron especialmente largas, pero todo se compensó al llegar a la estación de Valladolid y ver la cara sonriente de mi sobrino de 2 añitos, y a mi hermana y a mi novia... después de tanto tiempo, no puedo explicar lo feliz que me sentí al poder fundirnos en un abrazo.
Y el día continuó entre sorpresas, pues nadie más sabía que llegaba antes de tiempo, y fue muy divertido y emotivo reencontrarme con mis padres y algunos amigos. Ahora mi vida ha cambiado, el viaje ha sido como un antes y un después, y ahora tengo que replantearme muchas cosas y empezar desde cero a organizarme nuevamente, sin casa, sin coche y sin dinero. Si algo he aprendido durante el viaje, es que todo tiene remedio, y de nada vale preocuparse por lo que no sabemos, así que afrontaré mi futuro con ilusión, y con un único objetivo: ser feliz.
Puerto Madero al anochecer. |